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PSICOTHEMA
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  • Digital Edition:: 1886-144X
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Psicothema, 2003. Vol. Vol. 15 (nº 2). 197-204




LA MEDIDA DE LA HOMOFOBIA MANIFIESTA Y SUTIL

M. Nieves Quiles del Castillo, Verónica Betancor Rodríguez, Ramón Rodríguez Torres, Armando Rodríguez Pérez y Efrén Coello Martel

Universidad de La Laguna

El prejuicio como una disposición afectiva negativa hacia un grupo en su totalidad o hacia sus miembros tiene una larga tradición en la Psicología Social (Adorno, 1950; Allport, 1954). Dicha tradición ha volcado sus esfuerzos en el prejuicio racial, en menoscabo de otros grupos que también son fuente de prejuicio como los homosexuales. Sin embargo, cualquier acercamiento al tema de la homofobia debería hacerse hoy desde la nueva comprensión del prejuicio. El objetivo de este artículo es comprobar si la distinción entre prejuicio sutil y prejuicio manifiesto se puede aplicar al prejuicio hacia los homosexuales. Para ello, se pasó a una muestra de 232 personas un cuestionario que incluía una escala de homofobia manifiesta y sutil, una escala de discrepancia percibida de valores, una escala de autoritarismo de derechas y una escala de autodiscrepancia norma-conducta. Los resultados confirman que existen diferencias entre homofobia manifiesta y homofobia sutil, en la misma línea que el prejuicio racial.

Measuring explicit and subtle homophobia. Prejudice as a negative affective attitude towards a particular group or towards an individual as a members of the group has a long research tradition in Social Psychology (Adorno, 1950; Allport, 1954). Most of this research, however, has concentrated on racial prejudice rather than prejudice towards other target groups, such as homosexuals. However, any approach to the study of homophobia today must take into account new understanding of prejudice. The aim of this article is to see if the distinction between subtle prejudice and explicit prejudice can be applied to prejudice toward homosexuals. A sample of 232 people answered a questionnaire that included: a scale of explicit and subtle homophobia, a scale of perceived discrepancy of values, a scale of authoritarianism and a scale of self-discrepancy. The results confirm that there are differences between explicit and subtle homophobia, along the same lines as in racial prejudice.

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Tradicionalmente la Psicología Social se ha centrado, sobre todo, en el prejuicio racial, prestando menor atención a otros grupos contra los que también existe prejuicio como, por ejemplo, los homosexuales. Así, se ha explorado la evolución del prejuicio racial hacia formas más sutiles ( Sears y Kinder, 1971; Katz, 1981; McConahay, 1983; Dovidio y Gaetner, 1986; Pettigrew y Meertens, 1995), en un contexto social que fomenta valores como la tolerancia y el respeto a la diversidad y que condena cualquier manifestación de prejuicio tradicional. Sin embargo, son pocos los intentos de analizar esta evolución en el caso de la homofobia, aun cuando el contexto social es el mismo y cabe esperar que la norma social haya influido de la misma manera sobre la actitud hacia la homosexualidad. El objetivo de este artículo es, precisamente, estudiar si las características que presenta la homofobia en la actualidad son las mismas que reviste el racismo. Proponemos un ejercicio de simetría entre el prejuicio racial y la homofobia, para lo cual, en el presente trabajo, se han adaptado diferentes instrumentos de medida con el objeto de verificar algunas hipótesis del racismo en el ámbito del prejuicio hacia los homosexuales. La primera de ellas es constatar la validez de los constructos homofobia sutil y homofobia manifiesta, partiendo de la escala propuesta por Pettegrew y Meertens (1995) para medir el prejuicio manifiesto y sutil hacia minorías etnicas.

¿Homofobia explícita y sutil?

La investigación sobre el prejuicio racial de las últimas décadas distingue entre dos tipos: un estilo tradicional, que muestra el prejuicio a través de conductas hostiles y de claro rechazo hacia las minorías, y un estilo moderno que expresa el prejuicio de una forma sutil y encubierta. En este sentido, se han acuñado términos como «racismo simbólico» (Sears, 1988), «racismo moderno» (McConahay, 1983); «nuevo racismo» (Barker, 1981; Verkuyten y Masson, 1995), «racismo cotidiano» (Essed, 1984, 1991), «racismo aversivo» (Dovidio y Gartener, 1991) y «racismo laissez faire» (Bobo, Kluegel y Smith, 1997), para referirse a esta nueva manifestación del prejuicio racial. Varias son las razones a las que se ha aludido para explicarla: la progresiva complejización de las sociedades en mosaicos multiétnicos, los cambios en el clima social y político general después de la segunda guerra mundial, el desarrollo de un nuevo sentido moral de igualdad, respeto y tolerancia y, en particular, la tendencia de las personas a presentarse a sí mismas como individuos sin prejuicios. Todo ello aclararía que, actualmente, convivan actitudes sociales más positivas hacia los homosexuales (Whitley y Lee, 2000) con el trato discriminatorio que éstos reciben en el terreno laboral y, en general, en su vida cotidiana (según un informe reciente de Amnistía Internacional, en 70 países del mundo se considera delito y se persigue a los homosexuales).

En resumen, todo parece indicar que la evolución del prejuicio hacia los homosexuales ha seguido la misma estela que el racismo y el sexismo modernos (Dovidio y Gaertner, 1986; Benokraitis y Feagin, 1986; Butler y Geis, 1990; Rowe, 1990). La presencia de fuertes presiones normativas en favor de la igualdad y la tolerancia, en lugar de eliminar este prejuicio parece haberlo hecho más sutil y sofisticado. Para indagar en esta simetría en la presente investigación se extrapola a la homofobia la distinción propuesta por Pettigrew y Meertens (1995), ya mencionada.

¿Existe relación entre el autoritarismo y el nuevo prejuicio hacia los homosexuales?

La relación entre autoritarismo y prejuicio no es nueva. Ya en 1950, Adorno, Frenkel-Brunswik, Levinson y Sanford propusieron el concepto de personalidad autoritaria como una explicación del origen del fascismo durante los años treinta.

El viejo constructo de Adorno et al. (1950) ha evolucionado en los 50 años que lleva vigente, inspirando una nueva formulación propuesta por Altemeyer –Autoritarismo de derechas (RWA)–, y las investigaciones con esta escala han verificado de modo recurrente que está asociada al prejuicio, la discriminación y la hostilidad hacia los miembros de exogrupos. Por ejemplo, las personas altas en autoritarismo muestran prejuicio hacia los afroamericanos (Altemeyer, 1998; Whitley, 1998), los nativos americanos (Altemeyer, 1998), las mujeres (Altemeyer, 1998; Duncan, Peterson y Winter, 1997), las personas con déficit visibles (Noonan, Barry y Davis, 1970), las personas con SIDA (Cunningham, Dollinger, Satz y Rotter, 1991) y los homosexuales (McFarland y Adelson, 1996; Whitley y Lee, 2000).

Si aceptamos la distinción entre homofobia explícita y sutil, ¿qué relación tiene el autoritarismo con ambos constructos? En relación al prejuicio racial, algunos investigadores han llegado a afirmar que la medida del prejuicio moderno o sutil se confunde con el conservadurismo político (Sniderman y Tetlock, 1986b), hasta el punto de que es posible cuestionar su validez de contenido argumentando que se trata más de una medida de autoritarismo que de racismo (Fazio, Jackson, Dunton y Willian, 1995). Por otro lado, Sidanius, Devereux y Pratto (1992) hallaron que las puntuaciones de una escala de prejuicio moderno no correlacionaba con creencias meritocráticas, lo cual apoya la diferenciación de ambos constructos.

Con el objeto de añadir más datos a esta polémica se ha incluido en esta investigación la escala de Altemeyer. En este sentido, esperamos encontrar una sólida relación entre las medidas de prejuicio de Pettigrew y Meertens (1995) hacia los homosexuales y las medidas de conservadurismo.

¿Constituye la homosexualidad una amenaza a los valores tradicionales?

Como se ha dicho, bajo el nuevo prejuicio racial subyace la percepción de diferencias sustanciales en cuanto a valores. Los nuevos racistas creen que la discriminación contra los otros grupos étnicos es inapropiada y se manifiestan contrarios a ella, pero, al mismo tiempo, sustentan un punto de vista crítico sobre sus costumbres, creencias y valores. Como apunta Bobo (1988) este nuevo prejuicio se basa tanto en el afecto como en los valores, ya que tiene un fuerte fundamento sociocultural. Esta defensa de los valores y, en especial, del aparente igualitarismo es otro modo de defender los privilegios de la cultura dominante, lo que resulta mucho más sutil que defender una supuesta superioridad biológica del propio grupo.

Si embargo, esta idea no es nueva ni se restringe al ámbito del prejuicio racial. Fue Festinger (1954) quien enunció la hipótesis de que la similitud de opiniones entre dos personas hace que éstos se atraigan mutuamente, ya que así los individuos ganan en certidumbre y sus opiniones en validez. Por el contrario, los desacuerdos entre dos personas llevan a la antipatía a causa de la amenaza que suponen al sistema de creencias de ambos tales discrepancias. A partir de esta idea, Rokeach (1960) propuso que algunos prejuicios grupales son el resultado de la «incongruencia de las creencias», o lo que es lo mismo, la percepción de que el sistema de creencias de otras personas es incompatible con el nuestro.

En este sentido, debe entenderse el estudio de Haddock, Zanna y Esses (1993) sobre actitud hacia los homosexuales y similitud percibida en la jerarquía de valores. Para la primera variable, los autores emplearon una valoración en términos termométricos de los sentimientos o actitudes hacia los homosexuales. Para la similitud percibida de valores se pidió a los participantes que puntuaran en una escala de 9 puntos en qué medida 22 valores constituían guías para su vida.

La media de las diferencias indica que los sujetos se vieron a sí mismos algo diferentes de los homosexuales. Esta medida correlacionó negativamente con las actitudes indicando que cuanto mayor era la diferencia percibida, mayor era la actitud negativa hacia los homosexuales.

Nuestro tercer objetivo en este trabajo es indagar la relación entre la similitud percibida en cuanto a valores y las medidas de prejuicio manifiesto y sutil hacia los homosexuales. Concretamente, hipotetizamos que a medida que los sujetos perciban mayor discrepancia en los valores con el grupo de homosexuales, su nivel de prejuicio hacia ellos será mayor.

¿Existe correlación entre el bajo nivel de prejuicio y la conducta hacia los homosexuales?

La importancia del estudio de las actitudes, y en concreto del prejuicio, se debe en gran medida al poder predictivo que tienen sobre la conducta, aunque esta relación está mediatizada por variables como la norma percibida (Ajzen y Fishbein, 1980).

La relación entre conducta, norma y prejuicio está presente en los trabajos de Devine (1989), quien comprobó que, bajo determinadas circunstancias, tanto los individuos de alto como de bajo prejuicio podían llegar a comportarse de un modo claramente prejuicioso.

En una investigación que explora esta paradoja Devine, Monteith, Zuwerink y Elliot (1991) mostraron que, en ocasiones, el individuo con un bajo nivel de prejuicio puede llegar a percibir que no tiene las suficientes habilidades para comportarse de un modo no prejuicioso, produciéndose un conflicto o discrepancia entre «como deberían comportarse» (norma) y «como se comportarían en realidad» (conducta).

Tambien Monteith y Walters (1998, estudio 1) relacionaron las respuestas de la escala de Norma personal con la Escala de Racismo Moderno y con otras subescalas relativas a creencias igualitarias. El análisis de las interrelaciones mostró que la correlación más alta se daba entre Norma personal y la Escala de Racismo Moderno, aproximándose así a una medida que estaría a medio camino entre lo explícito y lo encubierto y tratar con dos aspectos importantes en la predicción de la conducta: la norma y la anticipación de la misma, que son a la vez dos buenas razones para incluirla como medida de convergencia con la escala de homofobia sutil y manifiesta

En definitiva, el propósito de este estudio es analizar la validez de los constructos homofobia manifiesta y homofobia sutil y comprobar sus correlatos con una medida de autoritarismo de derechas, de discrepancia de valores y de autodiscrepancia con la conducta.

Método

Sujetos

Participaron en este estudio 232 estudiantes, 185 mujeres y 47 hombres, de primer curso de Psicología de la Universidad de La Laguna. La media de edad de los sujetos fue de 19,8 con una desviación típica de 3,49.

Materiales

Los instrumentos empleados en este estudio fueron todos elaborados ad hoc. En unos casos, esta elaboración fue una adaptación de una escala relativa a minorías étnicas al objeto de nuestro estudio (Escala de homofobia manifiesta y sutil). En otros, consistió en seleccionar ítems de pruebas ya elaboradas (Escala RWA ) y redactar unas instrucciones congruentes con nuestro propósito (Escala de similitud percibida de valores). Finalmente, para la Escala de Auto-discrepancia se elaboraron diez episodios de interacción inspirados en uno de los aportados por los autores originales (Devine, Monteith, Zuwerink y Elliot, 1991).

La escala de Prejuicio sutil y manifiesto hacia los homosexuales

La escala de prejuicio sutil y manifiesto hacia los homosexuales se elaboró a partir de los ítems de la escala de Pettigrew y Meertens (1995). En total se adaptaron 10 ítems correspondientes al prejuicio manifiesto (6 correspondientes al factor de amenaza y rechazo y 4 correspondientes al factor de intimidad). En cambio de los 10 ítems correspondientes al prejuicio sutil adaptamos 7, ya que los otros tres eran claramente inadecuados para referirlos a los homosexuales. Por ejemplo, los cuatro enunciados relativos a las diferencias culturales que en la escala original se refieren a si (v. gr. los negros) son diferentes en los valores que enseñan a sus hijos, en las prácticas y creencias religiosas, en el lenguaje que hablan o en sus valores o prácticas sexuales quedaron reducidos a dos: «No creo que haya muchas diferencias en las creencias e ideas de homosexuales y de heterosexuales» y «Creo que los valores religiosos y éticos de los/as homosexuales son diferentes a los de los heterosexuales». Cada uno de los enunciados era seguido de una escala tipo Likert de siete puntos.

La escala de discrepancia entre norma personal y conducta probable

Para obtener una medida de la norma personal, se explicó a los sujetos lo importante que eran las normas en la regulación del comportamiento social y cómo, sin ser necesariamente leyes escritas, dicen cómo deberíamos comportarnos en cada situación. A continuación se les presentaba un ejemplo. «Imagine que tiene que hacer una llamada de teléfono y la cabina está ocupada por alguien que se demora en terminar. Usted no debería estar molesto por ello, ya que esa persona tiene derecho a usar el teléfono y, posiblemente, tenga la misma necesidad que usted. Sin embargo, es muy probable que usted no pueda evitar sentirse molesto, ya que no desea esperar.» Inmediatamente después se explicaba a los sujetos que …«Por otro lado, está su comportamiento real o previsible. Es decir, su comportamiento más probable, que no siempre coincide cien por cien con lo que debía haber sido su comportamiento».

Una vez que se diferenciaba entre la norma y el comportamiento probable se les indicaba que se presentarían episodios parecidos al de la cabina de teléfono y que la tarea del sujeto «consiste en determinar en dos escalas de puntuación: 1) cómo cree usted que debería sentirse en esa situación según su norma personal, y 2) cómo cree usted que se sentiría realmente basándose en su experiencia.

El cuadernillo constaba de 10 episodios en los que el encuestado se encontraba con un homosexual/lesbiana. Por ejemplo, uno de los episodios decía: «Imagine que reserva una plaza en una residencia universitaria y le ponen en una habitación con otra persona que, usted se da cuenta, es homosexual (lesbiana)». O este otro: «Imagine que va usted a casa de un amigo y que mientras busca en las carpetas un material para su trabajo encuentra revistas para homosexuales (lesbianas)». Cada uno de estos episodios iba seguido de dos escalas de 7 puntos. En la primera se pedía a los sujetos que indicaran si «¿Debería usted sentirse incómodo de que un homosexual (lesbiana) sea compañero/a de habitación? En la segunda cada sujeto debía indicar si «¿Se sentiría usted incómodo de que un homosexual (lesbiana) sea su compañero/a de habitación?».

Con el objeto de seleccionar los ítems más discriminativos, es decir, que recogieran la máxima discrepancia entre ambas medidas se calculó la media para cada ítem tanto en la escala de norma personal como de conducta previsible. Dado que lo más probable es que la norma personal diera lugar a una puntuación más baja que la de la conducta probable se calculó un índice sustractivo restando a esta segunda la puntuación en la escala de norma personal. Esto permitió seleccionar los cinco ítems con mayor discrepancia que a su vez proporcionaran tres índices. El Índice de Norma Personal conformado por la media de las respuestas a esta escala. Dado que cuanto más alta la puntuación mayor era la incomodidad que debería sentir, a más alta puntuación mayor prejuicio. La consistencia interna de esta escala fue de .78. El Indice de Conducta Probable se elaboró con la media de las respuestas sobre la conducta real más probable (α = .84). Como en el caso anterior, a mayor puntuación mayor prejuicio. Y, finalmente, el Índice de Discrepancia entre la norma y la conducta real previsible. La consistencia interna de esta escala fue de .74.

Evaluación de la similitud percibida de valores

Para evaluar la similitud percibida de valores adaptamos el procedimiento propuesto por Schwartz (1992) para evaluar la estructura del sistema de valores de los individuos. Con esta técnica los participantes deben puntuar sobre una escala de nueve puntos la medida en que una serie de 56 valores sirven como principios-guía de su vida. Esos 56 valores respondían a los diez tipos motivacionales de valores (auto-dirección, estimulación, hedonismo, logro, poder, seguridad, conformidad, tradición, benevolencia, y universalismo). Con el propósito de no hacer excesivamente largo el cuestionario se pidió a los sujetos que puntuaran sólo 20 de esos valores, dos para cada uno de los diez tipos. Además se les pidió que llevaran a cabo esta tarea dos veces. Primero, debían puntuar en qué medida cada uno de esos valores servía como un principio-guía en su propia vida. Para ayudar a evaluar cada valor se les presentó una escala de -1 (opuesto a mis valores) a +7 (de suprema importancia) y se les dio la siguiente estrategia: «Antes de empezar, lee atentamente los valores del 1 al 20 y elige el que sea más importante para ti y dale una puntuación de 7. A continuación elige el valor que sea más opuesto a tus valores y evalúalo -1. Si no existe tal valor, elige el valor menos importante y evalúalo 0 o 1, de acuerdo a su importancia. Luego puntúa el resto de los valores».

Inmediatamente después de completar esta tarea se les pidió que puntuaran en qué medida los mismos 20 valores servían como principios-guía en la vida de un homosexual. Esto proporcionaba una evaluación de los valores propios y de los valores percibidos en los homosexuales. A partir de las respuestas se calculó la diferencia entre ambas aplicaciones y se llevó a cabo un analisis de componentes principales.

La medida de Kaiser-Meyer-Olsen de los valores fue de KMO= .60 y la prueba de Bartlett fue (χ2(45) = 498.8, p<.000) que demuestra una adecuación moderadamente buena para el análisis de componentes principales. El análisis dio lugar a tres componentes con un valor propio superior a 1 que explicaban conjuntamente 30% de la varianza. El primer componente al que denominamos actitud hedonista explicó el 10,9% de la varianza. Estos ítems recogen las puntuaciones diferenciales en valores tales como «vida excitante», «curiosidad», «vida variada», «placer», «disfrutar de la vida» y «un mundo de belleza». El segundo componente que recogió los ítems relativos a la tradición («honra a los padres y mayores», «respeto por la tradición», «humildad», «lograr éxitos», «seguridad nacional» y «un mundo de paz») explicó el 10,4%. Finalmente, el tercer componente denominado «Búsqueda de poder» explicó el 8,5% de la varianza e incluyó las diferencias en los valores «riqueza», «reconocimiento social», «orden social» y en sentido negativo «humildad». Posteriormente se calculó la puntuación media de cada sujeto en los valores de los tres componentes después de transformar las puntuaciones a valores absolutos de modo que a mayor puntuación, mayor discrepancia, independientemente de que fuera a favor o en contra de la importancia de los valores percibidos en los homosexuales.

La escala RWA

La escala de autoritarismos de derecha se evaluó a través de una forma reducida de la escala original RWA de Altemeyer (1988). Esta escala tiene originalmente 30 ítems, pero por razones de tiempo y extensión redujimos a 24 siguiendo la pauta de otros autores (p.ej. Haddock, Zanna y Esses, 1993) que la incluyen en estudios más extensos. Dado que la escala mide una sola dimensión, la reducción de la misma no altera ni su fiabilidad ni su validez (Haddock, Zanna y Esses, 1993). Cada uno de los 24 enunciados va seguido de una escala de 7 puntos que van desde completamente de acuerdo a completamente en desacuerdo. La corrección de la escala se hace atribuyendo mayor puntuación a quienes están de acuerdo con los enunciados autoritarios. El análisis de la consistencia interna de esta escala, después de invertir las puntuaciones de los enunciados opuestos a la homofobia, fue de un α de Cronbach igual a .76.

Resultados

Homofobia manifiesta y homofobia sutil

Se llevaron a cabo sendos análisis de componentes principales con rotación varimax de la escala de homofobia explícita y de la escala de homofobia implícita por separado, tal y como hicieron Pettigrew y Meertens. La medida de Kaiser-Meyer-Olsen para los ítems de homofobia explícita fue de KMO= .73 y la prueba de Bartlett fue (χ2(45)= 430.8, p<.000), lo cual demuestra la buena adecuación muestral para este tipo de análisis. La matriz rotada dio lugar a dos componentes con un valor propio superior a 1 que explicaban conjuntamente 43,58% de la varianza. El primer factor que recogió los ítems de intimidad propuestos por Pettigrew y Meertens explicó el 22,68% de la varianza, mientras el segundo factor que recogió los ítems de rechazo explicaba el 20,89%. Posteriormente se calculó la consistencia interna para cada componente y para el conjunto de la escala de prejuicio manifiesto (después de eliminar el ítem 4 por no aportar nada a dichos componentes). El alpha de Cronbach para la escala total fue de .71, mientras que para la escala de intimidad fue de .67 y para la escala de rechazo fue .62.

El mismo análisis se llevó a cabo para la escala de homofobia implícita. Las medidas de Kaiser-Meyer-Olsen (KMO= .62) y la prueba de Bartlet (χ2(21)= 252.1, p<.000) mostraron también buena adecuación con un resultado de dos componentes con un valor propio superior a 1. El primer componente recogió los ítems de diferencias culturales y de valores propuestos por Pettigrew y Meertens y explicó el 28,4% de la varianza, mientras el segundo factor que recogió los ítems de rechazo explicó el 24,3%. En conjunto, ambos explicaron 52,74% de la varianza. El anexo A muestra los pesos factoriales superiores a .40 de ambos factores. Posteriormente se calculó la consistencia interna para cada factor y para el conjunto de la escala de prejuicio implícito. El alpha de Cronbach para la escala total fue de .63, mientras para la escala de diferencia de valores fue de .62 y para la escala de sentimientos positivos de α = .77.

Puntuaciones en las escalas de homofobia, discrepancia norma-conducta, discrepancia de valores y RWA

A partir de las puntuaciones a las escalas de homofobia manifiesta y sutil dividimos a la muestra en dos grupos, atendiendo al punto medio teórico de ambas escalas tal y como hicieron Pettigrew y Meertens (1995). Ello nos proporcionó cuatro tipos básicos de individuo: los igualitarios (N= 99, con puntuaciones bajas en homofobia manifiesta y en homofobia sutil), los sutiles (N= 46, con puntuaciones bajas en homofobia manifiesta y puntuaciones altas en homofobia sutil), los fanáticos (N= 58, con puntuaciones altas en ambas escalas) y, finalmente, un grupo poco lógico y que Pettigrew y Meertens consideran de error (N= 26, los que obtienen puntuaciones bajas en prejuicio sutil y altas en prejucio manifiesto). Nuestros análisis no tendrán en consideración este último grupo, de modo que en la tabla 1 se presentan las puntuaciones en las dos escalas de homofobia y en las escalas correspondientes a los predictores de la homofobia (a mayor puntuación, mayor homofobia), así como las diferencias significativas entre ellas.

Como se observa, para el conjunto de la muestra las puntuaciones en la escala de homofobia caen por debajo del punto medio teórico de la escala (en la que 1 representa baja homofobia y 7 alta homofobia), lo que indica, en general, bajos niveles de prejuicio hacia los homosexuales entre la población universitaria. No obstante, es interesante observar que la puntuación en homofobia sutil (M= 2.90) es significativamente superior que la puntuación en homofobia manifiesta (M= 2.67, t= 4.19, gl= 227, p<.000).

En la escala de discrepancia norma-conducta, las medias de ambas escalas (M= 1.69 para norma personal y M= 2.81 para conducta probable, donde 1 significa ninguna incomodidad y 7 máxima incomodidad ante un homosexual), así como el índice de discrepancia (M= 1.12, en una escala de 0 a 6) dieron lugar a una diferencia significativa (F(2,231) = 337.4, p= .000). Diferencia que se da específicamente entre la norma personal y la discrepancia respecto a la conducta probable (p= .000), lo que demuestra que las respuestas a la escala de norma personal fue significativamente más baja que las respuestas a la escala de conductas probables.

También resulta significativa la diferencia entre los factores correspondientes a los valores de hedonismo (M= 1.07), tradición (1.04) y poder (1.29, siendo en todos los casos 0 la máxima similitud y 8 la máxima diferencia), ya que la razón F(2,224) fue igual a 8.06 (P= .000). Finalmente, para el conjunto de la muestra la puntuación media en RWA fue de 3.12, ligeramente por debajo del punto medio teórico de la escala.

Respecto a las diferencias atendiendo al grupo de prejuicio que se asignó al sujeto los subíndices de la tabla 1 muestran los contrastes significativos. Debido precisamente al criterio de agrupamiento empleado, no se observan diferencias entre homofobia manifiesta y sutil ni en los igualitarios (se seleccionaron por tener puntuaciones bajas en ambas escalas), ni en los fanáticos (con puntuaciones altas en ambas escalas) y sí en cambio en los sutiles (M= 2.35 en homofobia manifiesta y M= 3.52 en homofobia sutil; t= 12.2, gl= 45, p<.000). No obstante, al verificar las diferencias intergrupales observamos que éstas son significativas tanto en la escala de homofobia manifiesta (F(2,200) = 210.6; p<.000) como en la sutil (F(2,200) = 195.7; p<.000).

También hay diferencias entre los grupos en la escala de discrepancia norma-conducta, aunque la significación, de acuerdo con los contrastes a posteriori (Tukey), se concentran entre los grupos igualitario y sutil frente al grupo fanático. Concretamente, la norma personal respecto a los homosexuales es más restrictiva (F(2,200)= 25.9, p= .000), es decir, asumen que deben sentirse menos incómodos en los dos primeros (M= 1.42 y M= 1.62 en igualitarios y sutiles, respectivamente) que en el último (M= 2.27 en fanáticos). La diferencia es, sin embargo, más poderosa en la escala de conducta probable que da lugar a una razón F(2,200)= 37.5 (p<.000) y coloca por encima del punto medio a los fanáticos frente a igualitarios y sutiles. Finalmente, el índice de discrepancia refleja el incremento lineal entre ambos grupos, aunque sólo el contraste de igualitarios y sutiles respecto a los fanáticos alcanza la significación (F(2,200)= 12.0, p= .000).

Las diferencias significativas en los componentes de discrepancia percibida de valores se dan en el correspondiente al hedonismo (F(2,196)= 5.17, p= .000) y al de respeto a la tradición (F(2,195)= 8.75, p= .000). La prueba de Tukey mostró que las diferencias en el primer caso se daban entre igualitarios y fanáticos (p= .004), mientras que en los valores de tradición las diferencias significativas se dan entre igualitariosy sutiles (p= .019) y entre igualitarios y fanáticos (p= .000).

Finalmente, se obtiene una diferencia lineal entre los tres grupos (F(2,200) = 22.91; p<.000) en la escala de autoritarismo de derechas (RWA).

Predicción de las actitudes hacia los homosexuales y las lesbianas

¿En qué medida la discrepancia entre normas personales y conducta probable, el autoritarismo de derechas y la similitud percibida de valores se relaciona con las actitudes hacia los homosexuales? Para responder a esta cuestión se llevó a cabo un análisis de regresión jerárquica incluyendo en el primer bloque las puntuaciones correspondientes a la prueba de discrepancia norma-conducta. Concretamente, incluimos la puntuación de norma personal y el índice de discrepancia entre ambas. En el segundo bloque incluimos las medidas de discrepancia correspondientes a los tres componentes de valores. Finalmente, en el tercer bloque incluimos la puntuación en la escala de autoritarismo de derechas. Los resultados de este análisis para el conjunto de la muestra se presentan en la Tabla 2.

Los resultados del análisis para el conjunto de la muestra revela que la fuerza global de la asociación (r) entre las seis variables predictoras y las dos formas de homofobia es significativa, aunque en todos los casos es mayor en la homofobia manifiesta que sutil. Esto se observa mejor en el coeficiente de determinación R2, pues en conjunto las seis medidas predicen un porcentaje de varianza mayor de la homofobia manifiesta (46,2%) que de la homofobia sutil (32%).

Al realizar el análisis paso a paso es posible comprobar cómo cambia el coeficiente R2 al introducir cada una de las variables en la ecuación de regresión («cambio en R2»), que en este caso muestra que la diferencia fundamental la marcan la prueba de discrepancia norma-conducta y la prueba de discrepancia de valores. La primera sobresale en la explicación de la homofobia manifiesta (34,6% de la varianza frente a 21,0% de la varianza de la homofobia sutil), mientras que la segunda no resulta significativa en la homofobia manifiesta y llega a explicar un 5,0% de la homofobia sutil. Finalmente, el autoritarismo de derechas predice moderadamente mejor la homofobia manifiesta (9,9%) que la sutil (6,0%). También se presentan en la tabla 2 los coeficientes de regresión estandarizados (β) tras la inclusión del último bloque. Esos coeficientes revelan algunas diferencias en los predictores de las dos medidas de homofobia. Concretamente, el potencial predictivo de la norma personal (β = .43, p<.001), y de la escala de autoritarismo (β = .34, p<.001) es mayor en la homofobia manifiesta que sutil (β = .29, p<.001 y β = .26, p<.05, respectivamente). Esta diferencia en la explicación de los dos tipos de homofobia podría sugerir que hay otras variables responsables de la homofobia sutil que este estudio no ha considerado.

Discusión

El objetivo de esta investigación era estudiar el paralelismo entre el prejuicio racial y la homofobia. Para ello, se formularon una serie de preguntas. La primera de ellas hacía referencia a si la distinción que se da en el caso del prejuicio racial entre racismo explícito e implícito se da igualmente en el prejuicio hacia los homosexuales. Los resultados demuestran que sí. No sólo se obtienen medidas diferenciadas en prejuicio manifiesto y sutil, sino que el análisis factorial posterior de cada una de estas medidas da lugar a factores similares a los obtenidos en el prejuicio racial. Por ejemplo, a partir de la medida de prejuicio manifiesto hacia los homosexuales (homofobia explícita) se obtienen dos factores. El primero de ellos es asimilable al factor de intimidad propuesto por Pettigrew y Meertens (1995) para el racismo, en el que se manifiesta una oposición al contacto íntimo con el exogrupo. El segundo de los factores encontrados es asimilable a otros de los factores propuestos por dichos autores en los que se expresa el sentimiento de que el exogrupo constituye una amenaza y, consiguientemente, se le rechaza. También el análisis factorial de los ítems de homofobia sutil (Homofobia implícita) demuestra una simetría con el prejuicio racial. Los dos factores encontrados son equivalentes a los factores que, en el prejuicio racial, aluden a la defensa de los valores tradicionales y a la negación de respuestas emocionales positivas hacia el exogrupo. En lo que se refiere a la homofobia sutil, no se encuentra el factor que en el prejuicio racial sutil alude a la exageración de diferencias culturales, algo quizá más pertinente en el ámbito del racismo que en el de la discriminación de personas que comparten el mismo contexto cultural.

Aunque la puntuación en la escala tanto de homofobia sutil como manifiesta fueron relativamente bajas, llevamos a cabo, al igual que hicieron Pettigrew y Meertens (1995), una división de la muestra en igualitarios (con puntuaciones bajas en homofobia manifiesta y en homofobia sutil), sutiles (con puntuaciones bajas en homofobia manifiesta y puntuaciones altas en homofobia sutil) y fanáticos (con puntuaciones altas en ambas escalas). Esta división en grupos nos permitió dar respuestas a los otros interrogantes planteados en esta investigación.

La segunda cuestión planteada en esta investigación aludía a la relación entre el autoritarismo y las medidas de homofobia sutil y manifiesta. Investigaciones anteriores (Altemeyer, 1998; McFarland y Adelson, 1996) ya habían encontrado relación entre ambas variables. Nuestros resultados confirman esta idea, al mostrar que existen diferencias significativas entre los tres grupos, igualitarios, sutiles y fanáticos. Reforzando esta hipótesis, en el análisis de regresión efectuado la escala de autoritarismo se confirma como un magnífico predictor de la medida de prejuicio manifiesto.

Nuestra tercera pregunta hacía referencia a si la diferencia percibida en valores puede estar relacionada con las medidas de prejuicio manifiesto y sutil. Los resultados permiten concluir que, de acuerdo a nuestra predicción, los participantes perciben una clara diferencia de valores, sobre todo en aquellos que hacen referencia al hedonismo, la tradición y el poder. Por otra parte, los análisis posteriores muestran que las diferencias en estos valores se dan fundamentalmente entre los igualitarios y el resto de los grupos, sea fanáticos o sutiles.

Estos resultados son importantes por cuanto la percepción de diferencias en valores fundamentales, como han argumentado algunos investigadores (Festinger, 1954; Rockeach, 1960), es una de las bases sobre la que asienta el prejuicio, sea explícito o sutil, esto explicaría por qué sólo encontramos diferencias en valores entre los que no tienen prejuicio (igualitarios) y los que sí (fanáticos y sutiles). Esta diferencia percibida en creencias y valores puede significar una amenaza al propio sistema de creencias y, en consecuencia, sustentar un sentimiento de antipatía hacia el otro grupo. Por otra parte, precisamente uno de los factores del prejuicio sutil en la escala de Pettigrew y Meertens (1995) hace referencia a la defensa de los valores propios frente al exogrupo. Nuestro análisis de regresión posterior confirma esta relación, pues la escala de valores se convierte, por un lado, en un buen predictor del prejuicio manifiesto, pero, por otro lado, en un mejor predictor del prejuicio sutil, a juzgar por el porcentaje de varianza explicada.

Por último, con este estudio pretendíamos comprobar si existe relación entre la homofobia sutil y la auto-percepción de limitaciones en caso de contacto personal con homosexuales. Esto es, si es posible que muchas personas con un bajo nivel de prejuicio sientan, al mismo tiempo, que son incapaces de desarrollar conductas congruentes con sus propias ideas en una interacción real con miembros del grupo homosexual. Para ello utilizamos la escala de autodiscrepancia que, como se ha dicho, permite observar la norma personal aceptada por la persona, al mismo tiempo que la conducta probable. Los resultados confirman que la escala de discrepancia norma-conducta permitieron diferenciar entre sutiles e igualitarios, por un lado, y fanáticos por otro lado. Concretamente, en lo que respecta a la norma personal los igualitarios y sutiles asumen que deben sentirse menos incómodos en la relación con los homosexuales que los fanáticos. Sin embargo, la mayor diferencia se da en la conducta probable, en la que los fanáticos superan ampliamente a igualitarios y sutiles. El mismo fenómeno se produce para el índice de discrepancia, en el que sólo el contraste de igualitarios y sutiles respecto a los fanáticos es significativo.

Este resultado parece indicar que las medidas derivadas de la escala de autodiscrepancia permiten diferenciar a los fanáticos del resto de los grupos, considerando similares a los sutiles e igualitarios. En otras palabras, por muy bajo que sea el nivel de prejuicio (como en el caso de los igualitarios) la discrepancia entre la norma de conducta y la conducta probable es semejante a la de personas con un nivel moderado de prejuicio (sutiles). Pareciera que, independientemente de las ideas o creencias, las personas reconocen ciertas carencias a la hora de afrontar una interacción real con los homosexuales, y manifiestan no poder adecuar dicha conducta a su propia norma personal. Esta última variable tiene que ver, sobre todo, con las experiencias previas de interacción con el grupo de homosexuales y con la calidad de dichas interacciones. Es decir, a mayor experiencia y mayor calidad en la interacción con el exogrupo, mayor autoconfianza en poder afrontar futuras interacciones de modo adecuado y, en consecuencia, menor discrepancia entre la norma personal y la conducta probable.

Todo esto muestra que cuando hablamos de estas nuevas medidas de prejuicio, esto es, de homofobia sutil y autodiscrepancia estamos hablando de dos constructos distintos. Curiosamente, los estudios de Monteith y Walters (1998) muestran una correlación importante entre ambas medidas. No así nuestro estudio. Nosotros hemos encontrado una correlación muy alta entre la norma personal y el prejuicio manifiesto, lo que confirma, igualmente, el análisis de regresión en el que la norma personal se presenta como un buen predictor de la homofobia explícita. Parece más lógico que a las personas que consideran que deberían sentirse más incómodos en determinadas situaciones de contacto con homosexuales, sean las que presenten un nivel de prejuicio explícito más alto. Sin embargo, las personas que han asumido la norma social y consideran que, en situaciones de interacción con el exogrupo, deberían comportarse con normalidad, no deben tener un nivel de prejuicio sutil más alto que, por ejemplo, los igualitarios. Nuestros resultados apoyan este razonamiento.

En resumen, nuestros resultados confirman la idea de que la homofobia o el prejuicio hacia homosexuales presenta características similares al prejuicio racial. Probablemente porque las condiciones sociales en que se producen ambos fenómenos son las mismas. Sin embargo, como ya se ha comentado, no se puede eludir las críticas recientes que se han formulado a las nuevas medidas de prejuicio racial. En justicia, las mismas críticas son aplicables al estudio de la homofobia si realizamos una simetría entre ambos tipos de prejuicio. En el futuro, tal y como se ha hecho con el prejuicio racial, habrá que estudiar si la homofobia sutil no es más que una variante del tradicional conservadurismo; o si muchas de las cuestiones con las que se mide la actitud sutil no tienen un fondo de verdad y carecen, por tanto, de validez para el estudio del prejuicio.

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