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Psicothema was founded in Asturias (northern Spain) in 1989, and is published jointly by the Psychology Faculty of the University of Oviedo and the Psychological Association of the Principality of Asturias (Colegio Oficial de Psicólogos del Principado de Asturias).
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PSICOTHEMA
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  • Digital Edition:: 1886-144X
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Psicothema, 2005. Vol. Vol. 17 (nº 3). 447-452




RELACIÓN DE LA INFRAHUMANIZACIÓN DEL EXOGRUPO CON LOS PROCESOS DE INFERENCIA Y MEMORIA

Verónica Betancor, Armando Rodríguez, María Nieves Quiles y Ramón Rodríguez

Universidad de La Laguna

Una de las estrategias para infrahumanizar a los miembros de un exogrupo consiste en negarles la capacidad de experimentar sentimientos. Esta investigación tiene como objetivo comprobar si dicha estrategia está relacionada con la inferencia y memorización de conductas que implican sentimientos. Para comprobarlo realizamos una investigación experimental que mostró que se infiere más rápidamente un sentimiento si el actor de la conducta pertenece al endogrupo que si pertenece al exogrupo. Además, cuando se utilizan términos emocionales como pistas para que los sujetos recuerden las frases, dicho recuerdo es mayor cuando las frases las dice un miembro del endogrupo que cuando las dice un miembro del exogrupo. Sin embargo, cuando no se da ninguna pista, la diferencia en el recuerdo de las frases del endogrupo y del exogrupo no resultó significativa.

Outgroup infrahumanization in relation to inference and memory processes. One of the strategies to infrahumanize the outgroup member is to deny the capacity of feel secondary emotions or sentiments. The aim of this study is to verify whether this strategy is related to memory and inference of behaviors which involve secondary emotions or sentiments. To confirm this hypothesis, an experimental study was carried out, showing that people infer faster secondary emotions if the behavior is done by an ingroup member than by an outgroup member. Furthermore, when emotional terms are used as cues for sentence recalling, people remembered more sentences said by an ingroup member than by an outgroup member. However, when no cue is given, differences in sentences recalled by ingroup and out group members were not significant.

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Una de las conclusiones más sólidas de la ciencia social respecto a las relaciones entre grupos es que, en un contexto comparativo, las personas valoran más favorablemente al endogrupo que al exogrupo. La explicación más elaborada sobre esta tendencia procede de la Teoría de la Identidad Social (Tajfel, 1978; 1981), y de la Teoría de la Autocategorización (Turner, 1987), que entienden que se trata de un comportamiento destinado a salvaguardar la estima personal y colectiva de los miembros del endogrupo.

Existe, sin embargo, otra posibilidad que se ha aplicado recurrentemente a los estudios sobre racismo y sobre la agresión según la cual se percibe a los exogrupos que se encuentran incluidos en categorías extremadamente negativas, con menos cualidades humanas que al endogrupo (Bar-tal, 1989; Opotow, 1990; Struch y Schwartz, 1989). Este mecanismo, por el que se resta al exogrupo características humanas, se conoce como infrahumanización y, en opinión de diferentes investigadores, no es un comportamiento excepcional ante exogrupos étnicos estigmatizados o individuos extremos, sino que forma parte del comportamiento intergrupal cotidiano (Betancor, Leyens, Rodríguez y Quiles, 2003; Leyens et al., 2000; Rodríguez et al., en prensa).

Para comprobar que la infrahumanización es un fenómeno común que no está restringido a grupos o conductas extremas, Leyens et al. (2001) llevaron a cabo un estudio en el que plantearon a estudiantes de Tenerife y de Louvain La Neuve (Bélgica) cuáles eran las características que consideraban típicamente humanas. La lista que generaron los participantes en ambos grupos fueron coincidentes, y en ella destacaron tres cualidades: «inteligencia» (razonamiento, pensamiento…), «sentimientos» y «lenguaje» (comunicación). Le seguían otras como «sociabilidad positiva», «valores» (justicia, solidaridad) o «sociabilidad negativa».

De esta forma, se pusieron de relevancia dos hechos. Por una parte, que los «sentimientos», nombrados por los participantes en segundo lugar como un rasgo típicamente humano, no habían recibido ninguna atención sobre su papel en las relaciones intergrupo. Y, por otra parte, que el término «emoción» apenas fue mencionado, y cuando lo fue, ocupaba los últimos lugares.

Evidentemente, esos resultados muestran que en el lenguaje coloquial de las lenguas romances los individuos distinguen con claridad entre emociones y sentimientos. Sin embargo, esta distinción no está tan clara en el lenguaje científico, por lo que se realizó otra investigación para ver las dimensiones en las que se diferencian los sentimientos de las emociones (Demoulin et al., 2004). Los resultados mostraron que los sentimientos, en contraste con las emociones, son menos intensos, más duraderos, menos visibles, requieren más recursos cognitivos, dan más información sobre la sensibilidad y naturaleza moral de quienes los experimentan, tienen más causas internas, son más característicos de los seres humanos que de los animales, pueden experimentarse sin que haya una causa clara, son más frecuentes en las mujeres que en los hombres, y aparecen más tardíamente en el desarrollo de la persona individual. Además, esta investigación permitió elaborar un listado de sentimientos y emociones atendiendo a las dimensiones presentadas.

A partir de este estudio, Leyens y colaboradores han comprobado en distintas investigaciones que negarle a los miembros del exogrupo la capacidad de tener sentimientos es una tendencia habitual y, por tanto, no exclusiva del racismo (Leyens et al., 2003; Paladino et al., 2002).

Si bien esta tendencia a relacionar sentimientos-endogrupo, y no-sentimientos-exogrupo, está bien establecida y forma parte del modo habitual de vivir las relaciones intergrupales, no existen resultados acerca de cómo estos procesos de infrahumanización del exogrupo se relacionan con procesos mentales básicos como los de inferencia y memoria. El objetivo de esta investigación es, precisamente, comprobar si la negación a los miembros del exogrupo de la capacidad de tener sentimientos está relacionada con los procesos de inferencia y memoria que se activan en la formación de impresiones del otro, en este caso en un contexto de relaciones intergrupales.

En su interés por indagar en esta estrategia de infrahumanización del exogrupo, Leyens y colaboradores (2001) adoptaron un procedimiento en el que se presentaba a los participantes un listado de características que incluían términos relativos a sentimientos (p. ej., culpa, arrepentimiento, felicidad), y emociones (p. ej., miedo, rabia, alegría). La tarea que se pidió a los sujetos es que describieran al endogrupo o al exogrupo empleando ese listado de características. Los resultados muestran que mientras al endogrupo se le describe empleando tanto sentimientos (positivos y negativos) como emociones, al exogrupo se le define sin aludir a los sentimientos.

Este resultado se ha puesto a prueba en distintas investigaciones (Gaunt, Leyens y Demoulin, 2002; Leyens et al., 2000), utilizando paradigmas diferentes, y en todos los casos se verificó la hipótesis original: hay una fuerte asociación entre endogrupo y sentimientos (esencia humana) y una débil asociación entre sentimientos y exogrupo. A partir de este resultado se deriva, entre otras, una cuestión relevante para las relaciones intergrupales, ¿tiene relación esa tendencia con los procesos de inferencia y memoria?

De cualquier conducta que una persona realice se pueden llevar a cabo múltiples inferencias como, por ejemplo, qué está sintiendo la persona que realiza dicha conducta. Pues bien, nosotros hipotetizamos que dicha inferencia será diferente dependiendo de la pertenencia endo o exogrupal del actor de la conducta. Concretamente, cuando un individuo realiza una conducta que supone un estado emocional, los perceptores inferirán con más frecuencia que está experimentando un sentimiento cuando es del endogrupo que cuando es del exogrupo. Por tanto, traducido en términos de latencia de respuesta, esperamos diferencias significativas entre endogrupo y exogrupo en el tiempo de reacción cuando se trata de una asociación persona-sentimiento. Sin embargo, no esperamos diferencias significativas entre endogrupo y exogrupo en el tiempo de reacción para decidir si una asociación persona-emoción es acertada.

La tendencia a infrahumanizar al exogrupo también afectará a los procesos de memoria. Concretamente, los sujetos recordarán más las informaciones que relacionan endogrupo y sentimientos que las que relacionan exogrupo y sentimientos.

Para comprobar estas hipótesis se ha adoptado el paradigma de la especificidad de la codificación de Tulving y Thomson (1973). Según este paradigma, una señal es eficaz en la recuperación de una información determinada en la medida en que ha sido procesada al mismo tiempo que dicha información. Diferentes investigadores han adaptado dicho paradigma a la investigación sobre inferencia de rasgos a partir de información conductual (Betancort, 1998a; Betancort, 1998b; Winter y Uleman, 1984). Así, por ejemplo, Winter y Uleman (1984) emplearon este paradigma en un experimento en el que pidieron a los participantes que memorizaran frases que describían a una persona realizando una conducta de la que era posible deducir un rasgo (por ejemplo: «La secretaria resolvió el misterio cuando sólo había leído la mitad del libro»). Winter y Uleman (1984) argumentan que si los sujetos infieren un rasgo (p. ej., perspicaz), mientras leen la frase, entonces el rasgo «perspicaz» se almacenará con la frase y será una buena pista para recordarla. Para comprobar esta hipótesis se pedía a los sujetos que recordaran los enunciados bajo tres condiciones diferentes: a) se presentaba como pista un rasgo; b) se presentaba como pista una palabra asociada semánticamente a la frase; c) no se les presentaba ninguna pista. Los resultados muestran que el recuerdo es mayor cuando se utiliza como pista el rasgo. Según los autores, esos resultados indican que los sujetos hacen inferencias de rasgos de manera no intencional cuando codifican la información.

En la presente investigación vamos a utilizar el mismo paradigma de la especificidad de la codificación de Tulving y Thomson (1973), pero, en lugar de rasgos, vamos a utilizar términos emocionales. Concretamente, habrá dos condiciones para el recuerdo: sin pista y con pista, empleando, en esta segunda condición, emociones y sentimientos. Nuestra hipótesis es que los sentimientos serán una pista eficaz en el recuerdo de la información relativa a miembros del endogrupo pero no en el recuerdo de la información relativa a miembros del exogrupo. Es decir, el recuerdo de las frases asociadas a un sentimiento será mayor cuando la conducta la realiza un miembro del endo que del exogrupo. Complementariamente, no habrá diferencias significativas en el recuerdo cuando la pista consista en una emoción o cuando no se dé pista alguna.

Método

Participantes

Participaron en la investigación 72 estudiantes, de ambos sexos, de primer curso de Psicología de la Universidad de La Laguna. Todos los sujetos experimentales recibían créditos de curso por participar.

Material

El material empleado en esta investigación consistió en 12 frases que implicaban términos emocionales, 6 relativos a sentimientos y otros 6 a emociones, extraídos de la investigación de Demoulin et al. (2004).

Para conseguir esta relación de conductas asociadas a términos emocionales llevamos a cabo un estudio piloto. Concretamente, se pidió a 98 estudiantes de Psicología que, dado un contexto de referencia, escribieran tres conductas que propiciaran en el agente una emoción/sentimiento determinado (p. ej., «indique una conducta que haría alguien que estuviera sintiendo alegría por tener un hijo»). Los contextos, así como los sentimientos y emociones, empleados en este estudio piloto fueron: tener un hijo (emociones: sorpresa, alegría, gozo, excitación; sentimientos: ternura, felicidad, desahogo, afecto); tener una nueva relación de pareja (emociones: atracción, deslumbramiento, vitalidad, frenesí; sentimientos: amor, pasión, deseo, dicha); y haber encontrado un trabajo (emociones: euforia, fascinación, animación, júbilo; sentimientos: optimismo, consuelo, complacencia, esperanza). Para no hacer excesivamente largo el cuestionario al que tenían que responder los participantes, este material se dividió en cuatro cuestionarios, dos relativos a la asociación contexto-emoción y dos a la asociación contexto-sentimiento, y se dio a cuatro fracciones de la muestra. Una vez transcritas las respuestas, se hizo un recuento del número de veces que una conducta era asociada a una emoción o sentimiento. Finalmente, se seleccionaron para el estudio experimental sólo aquellas conductas con mayor número de coincidencias correspondientes a las tres situaciones presentadas (véase el Apéndice de situaciones, conductas y términos emocionales utilizados en la investigación).

Procedimiento

El experimento se realizó en el laboratorio de Psicología social. Cada participante se sentó delante de un monitor en un cubículo independiente de modo que cada sujeto no podía ver al resto de los participantes. Las instrucciones informaban a los sujetos de que era una investigación para comprobar la influencia de los procesos inferenciales en las tareas de recuerdo, y que se les iba a presentar tres tareas diferentes.

FASE 1. Formación de impresiones

En el monitor se les presentaban 12 frases relativas a conductas que una persona (Carlos —endogrupo— vs. Abdul Aziz —exogrupo—) realiza en 3 momentos diferentes de su vida: tener un hijo, tener una nueva relación de pareja y encontrar trabajo, (p. ej., No me canso de besar a mi nueva pareja). Cada frase aparecía 5 segundos y, en este tiempo, los participantes debían leerla y formarse una impresión del actor que realizaba la conducta. Las frases presentadas fueron contrabalanceadas en cada condición generando dos órdenes de presentación. Además, los participantes leían dos frases referidas a emociones y dos a sentimientos, para cada situación. Tras 30 segundos de intervalo, comenzaba la segunda tarea.

FASE 2. Asociación agente conductual-término emocional

Esta tarea consistió en presentar en el monitor el nombre de la persona que había protagonizado todas las conductas y un término emocional (por ejemplo: Carlos-alegría). La tarea de los sujetos consistió en decidir tan rápido como pudieran si esas asociaciones eran correctas o no, teniendo en cuenta la información que habían leído en la primera fase del experimento.

FASE 3. Recuerdo de las conductas

En la tercera fase se proporcionó a cada sujeto una hoja de registro cuyo objetivo era obtener una medida del recuerdo de las frases presentadas en la primera tarea. La mitad de ellos recibió una hoja de registro con una serie de espacios en blanco donde tenían que escribir las frases presentadas en la primera fase, sin ningún tipo de pista para el recuerdo. A la otra mitad se les entregó una hoja de registro donde figuraban términos emocionales (sentimientos y emociones), relacionadas con las frases que habían leído. Concretamente, aparecía el término emocional (p. ej., alegría), que se podía inferir de cada frase, y los participantes debían escribir la conducta que asociaban a dicho término. Una vez cumplido el tiempo establecido se les indicaba que el experimento había concluido.

Resultados

Para una mayor comprensión presentaremos los resultados obtenidos atendiendo a cada una de las variables dependientes utilizadas.

Latencia de respuesta de la asociación agente conductual - término emocional

Esta variable hace referencia al tiempo de reacción que emplearon los participantes experimentales en decidir si una asociación entre el agente de la conducta y un término emocional (sentimiento o emoción) es correcta o no, dependiendo de la información previamente presentada.

El análisis del tiempo de reacción se llevó a cabo sólo con los aciertos relativos a la asociación agente-término emocional relativo a la conducta (90,1% del total de respuestas). Estos datos fueron tratados mediante un Anova de 2 (conducta: con asociación a una emoción vs. un sentimiento) x 2 (agente conductual: endogrupo vs. exogrupo) x 2 (orden de las conductas: primero vs. segundo). La primera variable era intragrupo y las otras dos variables independientes eran intergrupo.

Los resultados muestran sólo un efecto principal de la variable conducta (F(1,67)= 110.58; p= <.001). Concretamente, los participantes tardaron menos tiempo en decidir si la asociación de la conducta con la persona era correcta cuando se trataba de una conducta de sentimiento (M= 1.286,9 ms) que cuando era una conducta de emoción (M= 1.660,4 ms).

Respecto a las interacciones, hay que señalar que el orden de los estímulos no resultó significativo en interacción con ninguna otra variable, y sí lo fue en cambio la interacción entre la conducta y el agente conductual (F(1, 67)= 5.313; p= 0.024).

Como se observa en la Figura 1, cuando el agente es un miembro del endogrupo se tarda más en decidir si es correcta la asociación persona y emoción (M= 1.663,9 ms) que persona y sentimiento (M= 1.208,5 ms; F(1,69)= 86.7; p= <0.001). Exactamente la misma pauta se da cuando el agente es un miembro del exogrupo. Se tarda más en decidir si es correcta la asociación persona-emoción (M= 1.657,0 ms) que persona-sentimiento (M= 1.365,3ms, F(1,69)= 31.5; p= <0.001).

No obstante, lo más interesante para nuestro objetivo de investigación es que cuando se trata de decidir si la asociación persona-emoción es correcta, no hay diferencias significativas entre el tiempo empleado cuando el agente es del endogrupo (M= 1.663,9 ms) y del exogrupo (M= 1.657,0 ms; F(1,69)= .00 ; p= .98), y en cambio, sí existen cuando se trata de la asociación persona-sentimiento (F(1,69)= 4.24; p= 0.043). Esto es, se tarda más tiempo en decidir si es correcta la asociación persona-sentimiento cuando el agente es un miembro del exogrupo (M= 1.365,3 ms), que cuando es un miembro del endogrupo (M=1.208,5 ms).

Recuerdo de las conductas

Esta variable dependiente alude al recuerdo o no de las informaciones que se daban del agente conductual en diferentes situaciones.

La variable recuerdo de las frases presentadas se analizó mediante un Anova de 2 (conducta: con asociación a una emoción vs. un sentimiento) x 2 (agente conductual: endogrupo vs. exogrupo) x 2 (orden de las conductas: primero vs. segundo) x 2 (pista: sin pista vs. con pista). Como en el caso anterior, el orden no resultó significativo, ni como efecto principal ni en interacción con otras variables.

El análisis dio lugar a un solo efecto principal correspondiente a la variable agente (F(1,64)= 5.309; p= 0.024). Concretamente, se recuerdan más las frases cuando las dice un miembro del endogrupo (M= 2.85) que del exogrupo (M= 2.29).

Además, se obtuvo una interacción significativa entre el agente y la pista (F(1,64)= 6.160; p= 0.016).

Como se observa en la Figura 2, el recuerdo con pista (M= 3.083) es mayor que el recuerdo sin pista (M= 2.625), cuando las frases las dice un miembro del endogrupo, aunque esta diferencia no es significativa (F(1,69)= 1.54; p= .22). Sin embargo, la pauta se invierte cuando las frases las dice un miembro del exogrupo: el recuerdo es mayor cuando no se da ninguna pista (M= 2.00), que cuando se da pista (M= 1.00), y esta diferencia es marginalmente significativa (F(1,69)= 3.61; p= .062).

Igualmente, es interesante observar cómo el recuerdo con pista es significativamente mayor cuando las frases las dice un miembro del endogrupo (M= 3.083) que cuando las dice un miembro del exogrupo (M= 1.00; F(1,69)= 10.97; p<001). Mientras, la diferencia en el recuerdo de las frases del endogrupo y del exogrupo, cuando no se da ninguna pista, no resultó significativa (M= 2.625, M= 2.00, respectivamente; F(1,69)= 0.00; p= .98).

Discusión

El objetivo de la investigación era comprobar si el proceso de infrahumanización de los miembros de exogrupos, por el que se les niega la capacidad de experimentar sentimientos, está relacionado con los procesos de inferencia y memoria.

En relación con los procesos de inferencia, nuestra hipótesis apuntaba a la existencia de diferencias según se tratara de informaciones relativas al endogrupo o al exogrupo. Específicamente, asumíamos que no habría diferencias entre endo y exogrupo si la conducta que servía de base para la inferencia se hallaba fuertemente asociada a una emoción. En cambio, sí habría diferencias entre endo y exogrupo si la conducta que servía de base para la inferencia estaba fuertemente asociada a un sentimiento.

Traducido esto en términos de latencia de respuesta, no esperábamos diferencias significativas entre endogrupo y exogrupo en el tiempo de reacción para decidir si una asociación persona-emoción era acertada. Sin embargo, esperábamos diferencias significativas entre endogrupo y exogrupo en el tiempo de reacción cuando se tratara de una asociación persona-sentimiento.

En consonancia con la hipótesis, los resultados muestran que cuando se trata de la asociación persona-emoción no hay diferencias significativas en el tiempo empleado sea el agente de la conducta del endo o del exogrupo. Sin embargo, sí se tarda significativamente más tiempo en decidir si es correcta la asociación persona-sentimiento cuando el agente es miembro del exogrupo que cuando es del endogrupo.

Este resultado plantea un interrogante, ¿por qué la latencia de respuesta es mayor en un caso que en otro? Hay dos explicaciones alternativas.

Una primera posibilidad es que cuando un miembro del endogrupo realiza la conducta, los participantes infieran el sentimiento correspondiente, mientras que cuando es un miembro del exogrupo, los participantes no infieran un sentimiento. Esto significa, de acuerdo con las investigaciones de Leyens y colaboradores (2000, 2001, 2002, 2003), que se niega al exogrupo la capacidad de experimentar sentimientos. Y sería, por tanto, esta negación la que bloquearía la inferencia conducta-sentimiento en el momento de leer la información. Consecuentemente, en el momento de decidir si la asociación presentada era correcta o no, los sujetos tardaron más porque tuvieron que realizar la inferencia en esos momentos, ya que no la realizaron espontáneamente cuando leyeron las informaciones conductuales.

Una segunda posibilidad es que cuando se interpreta la conducta realizada por el exogrupo sí se haga la inferencia del sentimiento correspondiente, pero cuando haya que decidir si esa asociación es correcta o no, se niegue que ésta es correcta.

Para decidir cuál de las dos alternativas es más plausible tenemos que observar el recuerdo de las conductas del endogrupo y del exogrupo.

Así, en relación a los procesos de memoria, nuestra hipótesis era que el recuerdo de las frases asociadas a un sentimiento sería mayor cuando la conducta la realizaba un miembro del endogrupo que del exogrupo. Más específicamente, los sentimientos serían una pista eficaz en el recuerdo de la información relativa a miembros del endogrupo pero no en el caso del exogrupo. Complementariamente, no esperábamos diferencias significativas en el recuerdo cuando la pista fuera una emoción o no se diera pista.

En este caso, los resultados no corroboran nuestras hipótesis, aunque sí se dan algunos resultados interesantes al margen de ella.

En primer lugar, los resultados muestran que no hay diferencias significativas entre el recuerdo con pista y el recuerdo sin pista, cuando las frases las dice un miembro del endogrupo. Sin embargo, cuando las frases las dice un miembro del exogrupo, el recuerdo es mayor cuando no se da ninguna pista que cuando se da pista, y esta diferencia sí es marginalmente significativa.

En segundo lugar, el recuerdo con pista es significativamente mayor cuando las frases las dice un miembro del endogrupo que cuando las dice un miembro del exogrupo. Mientras, la diferencia en el recuerdo de las frases del endogrupo y del exogrupo, cuando no se da ninguna pista, no resultó significativa.

Tomados en su conjunto, estos resultados muestran que dar una pista para el recuerdo cuando se trata de recuperar las frases que ha protagonizado un miembro del exogrupo, más que facilitar ha dificultado el recuerdo. ¿Por qué? Una explicación utilizando el paradigma de Tulving y Thomson (1973) es que la pista no resultó facilitadora del recuerdo porque dicha pista no fue procesada en el momento de leer la información conductual. Esto es, los participantes al leer las informaciones sobre los miembros del exogrupo no infirieron el término emocional y, por tanto, no tiene sentido para ellos.

Esto es, los datos generales apoyarían la primera opción: que los participantes no realizaron la inferencia correspondiente cuando era información relativa al exogrupo, por lo que la pista de término emocional no les resultó efectiva para recuperar las informaciones. Sin embargo, debemos ser cautos porque la incapacidad de las pistas para elicitar el recuerdo se refiere tanto a las de emociones como a las de sentimientos. Aún así nos parece más plausible esta opción que la segunda posibilidad, que consiste, como ya señalábamos, en hacer la inferencia de sentimiento correspondiente cuando se interpreta la conducta realizada por un miembro del exogrupo, pero negarlo cuando hay que decir si la asociación exogrupo-sentimiento es correcta o no. Esta segunda opción significaría un proceso de infrahumanización más consciente, puesto que para llevarlo a cabo las personas tienen que negar la inferencia espontánea exogrupo-sentimiento que realizaron.

Otra posible explicación, sin recurrir al paradigma de la especificidad de la codificación de Tulving y Thomson (1973), al efecto facilitador que tiene el recuerdo de las frases cuando se ofrece una pista de término emocional relativa a un miembro del endogrupo pero no relativo a un miembro del exogrupo, está en la tendencia al favoritismo endogrupal. Puesto que todos los términos emocionales son de signo positivo se asociaron más fácilmente al endogrupo y, en cambio, interferieron en el recuerdo del exogrupo.

Antes de terminar, y al margen de las hipótesis propuestas, hay un resultado que merece una reflexión. Concretamente, tanto en el caso del endogrupo como del exogrupo, se tarda más en decidir si es correcta la asociación persona-emoción, que persona-sentimiento. Hay dos explicaciones posibles a este resultado inesperado. En primer lugar, las emociones son más básicas, aparecen antes en el desarrollo y son más visibles. Ello llevaría a una asociación más fuerte con un repertorio más extenso de conductas que en el caso de los sentimientos. Por tanto, los perceptores para determinar si una emoción se relaciona con una conducta determinada tardarían más porque las posibilidades son mayores que con un sentimiento donde el rango de posibilidades es menor. Una segunda explicación es que a los participantes les resultara menos coherente las emociones relacionadas con la conducta que los sentimientos, y esto ralentizara el procesamiento de dichas emociones. Evidentemente, había un estudio normativo que aseguraba que las conductas seleccionadas, tanto en el caso de las emociones como de los sentimientos, eran las más típicas o características. Pero no se controló si las conductas relacionadas con las emociones eran igual de características que las conductas relacionadas con los sentimientos.

Evidentemente, necesitamos llevar a cabo más investigaciones que nos permitan avanzar con mayor seguridad en los interrogantes propuestos. Lo que sí podemos afirmar, a partir de los resultados obtenidos, es que tanto los procesos de inferencia como los de memoria se ven afectados por la infrahumanización del exogrupo. Como hemos observado, a partir de una información se tarda menos tiempo en inferir un sentimiento cuando dicha información se relaciona con el endogrupo que con el exogrupo. De igual manera, se recuerdan más las frases cuando las dice un miembro del endogrupo que del exogrupo. Por tanto, una vez los resultados confirman los efectos de la infrahumanización en los procesos de inferencia y memoria, hemos de investigar en qué momento concreto de esos procesos se produce el efecto.

Agradecimientos

El trabajo que se presenta en este artículo se ha realizado gracias a la financiación del proyecto de investigación BSO2002-01568, del Ministerio de Ciencias y Tecnología (MCYT). Asimismo, los autores agradecen las sugerencias y comentarios de Dolores Morera y Alberto Pacios.

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