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Psicothema was founded in Asturias (northern Spain) in 1989, and is published jointly by the Psychology Faculty of the University of Oviedo and the Psychological Association of the Principality of Asturias (Colegio Oficial de Psicólogos del Principado de Asturias).
We currently publish four issues per year, which accounts for some 100 articles annually. We admit work from both the basic and applied research fields, and from all areas of Psychology, all manuscripts being anonymously reviewed prior to publication.

PSICOTHEMA
  • Director: Laura E. Gómez Sánchez
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  • ISSN: 0214-9915
  • Digital Edition:: 1886-144X
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Psicothema, 2003. Vol. Vol. 15 (nº 1). 136-142




LAS REDES DE APOYO SOCIAL DE LOS ADOLESCENTES ACOGIDOS EN RESIDENCIAS DE PROTECCIÓN. UN ANÁLISIS COMPARATIVO CON POBLACIÓN NORMATIVA

Amaia Bravo Arteaga y Jorge Fernández del Valle

Universidad de Oviedo

Los numerosos trabajos escritos en torno al tema del apoyo social indican el gran interés que ha generado este concepto. Sus efectos sobre la salud son bien conocidos, aunque se continúan investigando los mecanismos por los cuales disponer de alguien que te escuche, te acompañe y te valore incide en la sensación de bienestar de una persona. El objetivo de este estudio es examinar la estructura y funcionalidad de las redes de apoyo social de una población especialmente vulnerable: los adolescentes acogidos en residencias de protección. Para ello se describe el papel desempeñado por las personas que componen su red social como fuentes de apoyo emocional, instrumental y afectividad. Los resultados son contrastados con los hallados en una amplia muestra de adolescentes de la población general, ajenos al Sistema de Protección.

Social support networks of adolescents in residential child care. A comparative analysis with normative population. There are many researches on the theme of social support, what reveals the large interest around this concept. Its effects on health are well known, although specific mechanisms relating social support and health are still being investigated. The aim of this study is analysing structure (size and composition) and three functional dimensions (confidence, instrumental help and affection) of adolescent’s social support networks in residential child care. The kind of social support provided by different people of their networks (father, mother, brothers, care workers, friends, etc.) is analysed by means of a social support questionnaire. The same questionnaire was applied in a large sample of adolescents from general population, who do not have any relation with Child Welfare services, in order to compare results between both groups.

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Desde los años 70 es notable el interés generado por estudiar las redes sociales y los sistemas de apoyo social de las personas que sufren problemas psicosociales. Son muchos los estudios que han demostrado la efectividad del apoyo social a la hora de afrontar los problemas y conflictos de la vida cotidiana en los adultos. El recibir consejo, guía, compañía, ayuda, afecto, el sentirse escuchado y valorado, son algunas de las expresiones de apoyo que nos ofrecen los miembros de nuestra red social.

En este sentido, la familia desempeña un papel muy importante, en especial durante la infancia y adolescencia; pero en ocasiones, no puede o no es capaz de proveer dicho apoyo, y fracasa a la hora de satisfacer las necesidades básicas del niño. Cuando es necesario optar por la separación del niño y su familia, las residencias de protección constituyen uno de los recursos más importantes.

Dentro del contexto del acogimiento residencial apenas se ha estudiado el tema del apoyo social, y sin embargo, se trata de un factor crucial para este colectivo. No sólo ha demostrado estar presente en la etiología de las situaciones de maltrato, además puede desempeñar un importante papel como amortiguador de los eventos estresantes a los cuales se ven sometidos estos niños (Smit y Laird, 1992): los problemas familiares, la separación de su familia, la vida en la residencia, la salida y la adaptación a un nuevo contexto (bien sea por el regreso a su familia, el acoplamiento a una nueva familia o el desarrollo de una vida independiente). En cualquier caso, son muchas las dificultades que deben afrontar estos niños y jóvenes a muy temprana edad, y contar con una red eficaz de apoyo social puede ser clave para superar con éxito cada uno de los pasos.

Sin embargo, las redes de estos jóvenes son con frecuencia limitadas, y el ingreso en un hogar de protección puede provocar la ruptura con lazos sociales importantes para el niño. Como señala Van der Ploeg (1992), las intervenciones encaminadas a desarrollar el apoyo social en el ámbito del acogimiento residencial son uno de los mayores retos de los profesionales de la intervención social.

Por todo ello, el objetivo de esta investigación es analizar la composición de las redes sociales de los jóvenes atendidos en hogares de protección, y el apoyo que perciben de cada uno de sus miembros. Se tratará por tanto, de examinar el papel que la familia, educadores, amigos y otras figuras de su red social, desempeñan a la hora de ofrecer confianza, ayuda y afecto.

Método

Participantes

En este estudio se analizan las redes de apoyo social de dos muestras de adolescentes: de institutos y de residencias. Se trata de analizar la estructura y funcionalidad de las redes sociales de los adolescentes acogidos en hogares y residencias de protección, tomando como referente los resultados hallados en un grupo de adolescentes que no mantienen ninguna relación con el Sistema de Protección y viven en el hogar familiar.

El primer grupo (muestra normativa) está constituido por 882 estudiantes de Enseñanza Secundaria Obligatoria y Bachiller; y el segundo (muestra de residencias), por 384 adolescentes acogidos en 23 hogares y residencias de protección.

En conjunto, se obtuvo una muestra de 1266 adolescentes entre 12 y 18 años para realizar el análisis comparativo. Dado que las características de las redes de apoyo social están muy marcadas por el desarrollo evolutivo (Fernández del Valle y Bravo, 2000a, 2000b), la muestra seleccionada mantiene una distribución por edades similar en ambos grupos, siendo la media de edad de 14 años.

Instrumento

El instrumento utilizado en la investigación es el cuestionario de apoyo social de Fernández del Valle y Errasti (1991), construido inicialmente para ser aplicado a adolescentes que se encontraran bajo medidas de protección social en acogimiento residencial, aunque luego fue modificado para su uso en otros colectivos (Fernández del Valle y García, 1994).

El cuestionario permite realizar un análisis tanto estructural como funcional (Díaz-Veiga, 1987) de las redes sociales. Estructuralmente, el instrumento trata de identificar a las personas que componen la red social del sujeto. Esta red se constituye con las personas que conviven con él (familiares o educadores y compañeros de habitación en la muestra de residencias), a las que se añaden aquellas otras con las que tenga una vinculación significativa (amigos, amistades del colegio, etc.). Desde el punto de vista funcional, para cada persona que forma parte de la red del sujeto se pregunta acerca de la provisión de apoyo percibido en tres dimensiones, para las que se presenta a continuación la pregunta y posibles respuestas que se aplican:

Confianza: cuando tienes problemas ¿se los cuentas?

0. Nunca 1. A veces 2. Siempre

Ayuda: cuando sabe que tienes problemas ¿te ayuda?

0. Nunca 1. A veces 2. Siempre

Afectividad: ¿lamentarías mucho que se fuera a un lugar lejano y os dejarais de ver?

2. Sí mucho 1. Sí bastante 0. Me daría igual -1. Me alegraría -2. Me alegraría mucho

Como se puede observar, las dos primeras dimensiones de confianza y ayuda se evalúan de 0 a 2 puntos, mientras que la última dimensión, con la que se busca una evaluación del aspecto afectivo a través de la posible pérdida, introduce la posibilidad de que una persona pueda representar una afectividad negativa para el sujeto y por tanto tiene un polo negativo (-2) y un polo positivo (+2). Para cada figura de la red se puede hallar una puntuación de apoyo total sumando los tres ítems, con lo que esta puntuación oscilaría entre -2 y +6 puntos.

De este modo, el cuestionario permite trazar la composición y tamaño de la red social (por contextos y en general) y analizar el papel que juega en las dimensiones de apoyo cada una de las figuras que aparece en la red. La evaluación de la prueba puede dirigirse a los aspectos cuantitativos de tamaño e intensidad de apoyo social percibido o puede dirigirse a la investigación del papel que juega cada rol de la red en cuanto proveedor de apoyo.

Procedimiento

Como se ha expuesto anteriormente, el objetivo de esta investigación es analizar la estructura y funcionalidad de las redes de apoyo social de los adolescentes acogidos en hogares y residencias de protección. Para realizar dicho análisis es necesario obtener un referente normativo con el cual comparar los resultados, por ello, el cuestionario fue adaptado y administrado a una muestra de estudiantes de Enseñanza Secundaria Obligatoria y Bachiller del Principado de Asturias.

El cuestionario original fue aplicado en residencias de protección de Asturias, Castilla y León y País Vasco. Debido a las dificultades de comprensión que presentan los adolescentes que reciben medidas de protección social (Fernández del Valle y Errasti, 1991; Fuertes y Fernández del Valle, 2001), el cuestionario fue cumplimentado mediante entrevista. De este modo, un grupo de investigadores fue recopilando durante tres años, las entrevistas incluidas en esta investigación (n= 384), realizadas en un total de 23 centros de acogida.

Resultados

Estructura de las redes de apoyo social

Reuniendo las personas incluidas en los cuestionaros de los 1.266 adolescentes, se obtuvo un total de 13.319 miembros de sus redes de apoyo social, 8.952 de la muestra normativa y 4.367 de la muestra de residencias.

El tamaño de la red para los miembros de una y otra muestra es significativamente diferente (t= -5,6; p<0,05), con una media de 10,1 (dt= 3,4) para los adolescentes de institutos y de 11,4 (dt= 3,9) para las chicas y chicos acogidos en residencias. De este dato no se puede concluir directamente que las redes de los jóvenes de centros sean más amplias, porque en este caso se añade un contexto más en el cuestionario (la residencia) de donde tienen que incluir forzosamente a su educador y compañeros de habitación.

En la tabla 1 aparecen las figuras incluidas en las redes sociales de ambas muestras, apreciándose notables diferencias. En primer lugar, los jóvenes de residencias incluyen al padre con menor frecuencia en sus redes de apoyo social (sólo el 59% frente al 92% de los adolescentes de institutos), y sin duda lo mismo sucede con la madre, ya que sólo el 75% de los adolescentes en medida de protección cuentan con su madre como fuente de apoyo (frente al 98% de la muestra normativa). También se observa que los familiares, hermanos, profesores y amigos adultos, aparecen con más frecuencia en las redes de la muestra de residencias. Lo contrario sucede con los grupos de pares (amigos de la escuela, asociaciones y del barrio o comunidad), que representan un papel menos numeroso en la red de esta muestra.

Al sumar el número de hermanos introducidos en las redes (que viven fuera o dentro de la residencia), se obtiene un total de 737 para una muestra de 384 jóvenes, una media de dos hermanos, prácticamente el doble de la hallada en la muestra normativa. Sin duda, aunque haya diferencias en el tamaño de la red a favor de la muestra de residencias, si se contrarresta el efecto del mayor número de hermanos, la presencia de educadores y compañeros de habitación (que necesariamente han de ser incluidos en la red), el tamaño se vería notablemente reducido.

Análisis funcional de las redes de apoyo social

En los siguientes apartados se contrasta el nivel alcanzado en cada una de las dimensiones de apoyo por las figuras de la red de ambas muestras; las diferencias se han analizado mediante la prueba t de Student. Los gráficos que se presentan sólo incluyen las figuras donde se han encontrado diferencias significativas entre los dos grupos (p<0,05). A continuación se detalla el orden que ocupa cada figura como proveedora de apoyo (en sus tres facetas).

Confianza

Al evaluar el nivel de confianza expresada hacia los miembros de la propia red, se hallaron diferencias significativas en siete fuentes de apoyo: padre, madre, hermanos, otros familiares, amigos de la escuela, de asociaciones y de otros contextos (figura 1).

En todos ellos los adolescentes de la muestra de residencias expresan compartir sus problemas con menor frecuencia, especialmente en el caso de los hermanos, familiares y amigos, con diferencias que alcanzan hasta el medio punto.

Al valorar la posición que ocupa cada figura dentro de la red en la provisión de este tipo de apoyo, destaca el papel de la madre y otros amigos para las dos muestras. En la muestra de residencias, la familia de acogida (aunque esta figura es representada por un número muy bajo, n= 8) alcanza la primera posición, de modo que para aquellos que cuentan con esta figura en su red social, desempeña un papel muy importante.

Al final de la lista aparecen los compañeros de habitación (habitualmente impuestos) así como los hermanos, cuyo papel aquí queda muy deteriorado, tanto si viven en la residencia como en el hogar familiar.

Queda especialmente relegada la confianza que sienten hacia otros familiares y amigos de asociaciones o grupos de deporte, en comparación con la muestra de institutos.

Es importante resaltar la buena posición que ocupa el educador de las residencias, en quien sienten más confianza que en su propia familia (a excepción de la madre), ya que es parte esencial de su trabajo erigirse como figura de confianza (tabla 2).

Ayuda

Las diferencias encontradas entre ambas muestras en la dimensión de ayuda instrumental, son especialmente notables al valorar la provisión de apoyo de la unidad familiar. Los adolescentes acogidos en residencias perciben a su familia (padre, madre, hermanos y otros familiares) como peor fuente de ayuda.

También hay diferencias en cuanto a los amigos escuela y otros amigos, aunque más atenuadas (figura 2).

En la tabla 3 se describe el orden ocupado por cada figura, donde se puede apreciar una clara dicotomización de la red en cuanto que las figuras adultas quedan prácticamente todas por encima de las de su edad. Destaca el papel de la madre (que ocupa la primera posición en ambas muestras) y del educador (sólo precedido por la madre en la muestra de residencias).

La diferencia que más llama la atención al valorar el orden de las figuras, es la posición del padre. Mientras en la muestra de institutos ocupa la segunda posición (sólo precedido por la madre), en la de residencias se sitúa en una modesta quinta posición, a la par que los abuelos.

Afectividad

Por primera vez, algunas diferencias halladas entre las dos muestras son a favor del grupo de residencias, quienes expresan un mayor vínculo hacia los hermanos y el grupo de otros amigos. Sin embargo, las diferencias son opuestas al referirnos al vínculo sentido hacia la madre, otros familiares y amigos de asociaciones (figura 3).

En ambas muestras casi todos los familiares pasan a ocupar las primeras posiciones de la jerarquía, aunque con importantes diferencias. Por ejemplo, destaca el papel de los hermanos, hacia quienes acabamos de comprobar que los jóvenes de residencias expresan un mayor vínculo afectivo. De hecho son las figuras que ocupan el segundo puesto en su lista, mientras que en el grupo normativo ocupan tan solo la sexta posición (tabla 4).

También difiere la posición de la madre dentro de la red: pasa de situarse en el primer puesto de la muestra normativa al tercero en el grupo de residencias, estando precedida no sólo por los hermanos, sino también por los abuelos y los amigos del barrio o la pareja (otros amigos).

Apoyo total percibido del conjunto de la red

Finalmente, al calcular la media del apoyo total percibido de la red (suma de las tres dimensiones), las diferencias son claramente significativas a favor del grupo normativo (t= 10,882; p<0,05), como se deduce de todos los resultados expuestos hasta ahora.

La media para la muestra de institutos es de 4,40 (dt= 0,92), mientras que los chicos y chicas de las residencias obtienen una media de 3,78 (dt= 0,98). Como se apuntaba más arriba aunque el tamaño medio de la red sea superior para la muestra del estudio, esto no implica que perciban un mayor apoyo, y de hecho no ocurre.

Discusión

En una población como la referida en este estudio, la necesidad de disponer de una buena red de apoyo social es fundamental para asegurar su capacidad de afrontamiento a los numerosos eventos negativos que tendrá que superar. Con esta investigación hemos pretendido profundizar en el papel que desempeñan las familias y otras figuras de la red social de los jóvenes atendidos en residencias.

Aspectos estructurales

En cuanto a los aspectos estructurales, se ha calculado el tamaño de la red de ambas muestras, encontrando diferencias significativas que indican el mayor tamaño de la red social de los jóvenes acogidos en hogares de protección. Es importante aclarar que este dato corresponde a la red social del joven y no a su red de apoyo. En el cuestionario, la persona debe añadir a todos aquellos que conviven en su hogar familiar, y en el caso de los jóvenes atendidos en residencias, además han de incluir a sus compañeros de habitación y educadores, independientemente de que los consideren o no miembros de su red de apoyo. De hecho, si se eliminaran de la red a los educadores, compañeros de habitación y amigos de la residencia, considerando exclusivamente los contextos sociales comunes para las dos muestras, el número de miembros disminuiría de 11-12 a 8, con lo cual nos encontraríamos con una red más restringida que la de la muestra normativa (conformada por unos 10 miembros).

También desde un punto de vista estructural nos interesa analizar qué personas componen la red social de los adolescentes acogidos en residencias (configuración de la red), para poder luego analizar su papel en la provisión de apoyo social. Debido a la alta incidencia de familias monoparentales las figuras del padre y la madre son incluidas en un porcentaje mucho menor que en la muestra normativa. Además hay importantes diferencias en el número de amigos que forman parte de la red: mientras en la muestra de institutos cada adolescente incorpora en torno a seis amigos en su red social (3 ó 4 amigos del instituto, 1 o 2 amigos del barrio y la mitad incluyen a algún amigo de asociaciones), los jóvenes acogidos en residencias incluyen una media de cuatro amigos, de los cuales uno o dos proceden del contexto residencial.

Aspectos funcionales

A continuación, la discusión se estructura en torno a cada una de las funciones evaluadas de apoyo, analizando el papel que desempeña cada figura de la red social en la provisión de apoyo emocional (confianza), apoyo instrumental (ayuda) y sentimientos de vinculación (afectividad).

Confianza

Es indudable el beneficioso efecto que produce poder compartir los propios problemas y sentimientos. El primer dato que conviene constatar es que las chicas y chicos acogidos es residencias de protección apenas comparten sus problemas con las personas que les rodean, por muy cercanas que sean. Las diferencias con la muestra normativa son muy claras, especialmente al evaluar la confianza expresada hacia la familia y los grupos de amigos.

Aunque los valores sean bajos, sí existen importantes diferencias dentro de la red, de manera que tanto los adolescentes de la muestra normativa como de residencias, dicen compartir con más frecuencia sus problemas con su madre y los grupos de amigos, quedando bastante relegado el papel del padre. Indudablemente se trata de un tipo de apoyo cuya fuente principal durante la adolescencia son los amigos. Ahora bien, los jóvenes de las residencias confían más en los amigos del hogar de protección y en amigos adultos (monitores, profesionales de los servicios sociales…) que en los procedentes del contexto escolar y las asociaciones. Esta tendencia puede indicar la importancia de las relaciones mantenidas dentro del contexto residencial en detrimento de las relaciones con miembros de la comunidad (Bravo y Fernández del Valle, 2001).

Muy importante es el papel desempeñado por el educador en esta dimensión. Los resultados confirman que es una de las figuras hacia quienes los adolescentes acuden con mayor frecuencia (sólo precedido por los amigos y la madre –y la familia de acogida en los pocos casos en que forma parte de la red–).

Ayuda

La información recabada en esta parte del cuestionario alude a lo que los teóricos del apoyo social han denominado apoyo instrumental, material o tangible. Lo que ahora se trata de valorar es si los miembros de la red son capaces de ayudar al joven a superar sus problemas.

En primer lugar, los resultados indican que las figuras adultas son las más valoradas como fuentes de ayuda, ya que son quienes disponen de más recursos para ofrecer una ayuda eficaz. Sin embargo, aunque esta tendencia es acusada en ambas muestras, hay una clara diferencia en la cantidad de ayuda percibida del conjunto familiar. Es cierto que la madre ocupa el papel principal para los jóvenes acogidos, sin embargo, perciben menos ayuda de ella y del resto de miembros de la familia (padre, hermanos, familiares) que los adolescentes de la muestra normativa. En un estudio de las mismas características realizado con adolescentes de diecisiete residencias holandesas, se encontraron resultados parecidos que confirman el menor apoyo instrumental percibido del grupo familiar, en comparación con una muestra normativa (Buysse y Laird, 1992).

La familia desempeña un rol fundamental en todas las fases del proceso de protección; su apoyo es crucial para asegurar el adecuado desarrollo del niño y su adaptación al salir de la residencia (Jenson, Hawkins y Catalano, 1986). Por ello, durante el período residencial es importante desarrollar intervenciones encaminadas a fomentar su capacidad para proveer apoyo.

Al evaluar la dimensión de confianza, una faceta relacionada con el apoyo emocional, destacábamos el papel del educador como figura en quienes los adolescentes encuentran un referente para compartir sus problemas. Los resultados obtenidos en la valoración de la ayuda percibida de esta figura son incluso más positivos, ya que ocupa el segundo puesto en la red. La media obtenida por el educador es prácticamente idéntica a la alcanzada por la madre, lo cual vuelve a reforzar la buena labor de este profesional.

Afectividad

La tercera pregunta incluida en el cuestionario trata de valorar el aspecto más afectivo de la relación: en qué medida el adolescente necesita el contacto de esa persona, o dicho de otro modo, hasta qué punto le echaría de menos si dejaran de verse.

Tanto en la muestra normativa como de residencias, esta dimensión recoge las puntuaciones más altas, con valores próximos a la máxima puntuación, para las figuras del contexto familiar. A la hora de valorar el vínculo afectivo, es la familia la que desempeña el rol más importante.

En primer lugar, destaca el rol de los abuelos, quienes alcanzan las mayores puntuaciones en la muestra de residencias y el segundo puesto (sólo superado por la madre) en la muestra normativa. Hasta ahora no es una figura que haya desempeñado un rol especial en ninguna de las dimensiones, sin embargo, la idea de su pérdida provoca intensos sentimientos de pena en los adolescentes del estudio. Estos resultados podrían interpretarse al considerar que muchos adolescentes han experimentado la pérdida de un abuelo, por lo que la pregunta puede provocar fuertes sentimientos, o bien consideran mayor la posibilidad de esa pérdida, por su proximidad.

Aunque la madre representa el primer puesto indiscutible en la muestra normativa, los adolescentes acogidos en residencias expresan mayores sentimientos de pérdida respecto a los hermanos, abuelos y otros amigos. De hecho, en esta dimensión aparecen las primeras diferencias significativas a favor de la muestra de residencias, que manifiestan mayor vinculación hacia sus hermanos y el grupo de otros amigos, que los adolescentes de la muestra normativa.

Otro dato significativo es la posición de los educadores, que pasan de ser muy valorados en las anteriores dimensiones a encontrarse muy rezagados en el plano afectivo. No se trata de un resultado negativo, sino más bien todo lo contrario, ya que lo que aquí se está valorando es la sensación de pérdida ante la marcha de la otra persona. El papel del educador es muy importante en la vida del niño acogido en un hogar de protección, pero sólo durante la estancia en la residencia. Es importante que sea capaz de transmitir su rol como profesional, en quien poder confiar y pedir ayuda en todo momento, sin pretender sustituir a sus padres. El niño o adolescente debe tener claro el carácter temporal de esa relación, sólo a la familia (donde se pueden incluir a posibles padres adoptivos) les corresponde transmitir al niño la sensación de permanencia y que siempre estarán ahí, para cuidarle y ayudarle. Todo esto no significa que el educador no deba implicarse y trate de evitar la creación de vínculos afectivos, sino todo lo contrario, durante el tiempo que dure esa relación su objetivo debe ser transmitir el mayor cariño y apoyo posible, los cuales nunca van a perjudicar el desarrollo del niño.

Apoyo total percibido de la red

Finalmente, sin considerar el papel de cada figura por separado, podemos concluir que los adolescentes acogidos en residencias de protección perciben un menor apoyo social de su red. Como ya señalaba Whittaker (1992) el tener una amplia red social no implica necesariamente que se reciba más apoyo, y aunque estos jóvenes cuentan con redes sociales en principio más amplias (por su relación con un nuevo contexto social: la residencia), se sienten menos apoyados, en especial, por su familia.

Bravo, A. y Fernández del Valle, J. (2001). Evaluación de la integración social en acogimiento residencial. Psicothema, 13, 2. 197-204.

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Impact factor 2022:  JCR WOS 2022:  FI = 3.6 (Q2);  JCI = 1.21 (Q1) / SCOPUS 2022:  SJR = 1.097;  CiteScore = 6.4 (Q1)