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Psicothema was founded in Asturias (northern Spain) in 1989, and is published jointly by the Psychology Faculty of the University of Oviedo and the Psychological Association of the Principality of Asturias (Colegio Oficial de Psicólogos del Principado de Asturias).
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PSICOTHEMA
  • Director: Laura E. Gómez Sánchez
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  • ISSN: 0214-9915
  • Digital Edition:: 1886-144X
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Psicothema, 2000. Vol. Vol. 12 (nº 2). 273-278




EVALUACIÓN DE LA SUBJETIVIDAD DISCURSIVA EN LOS ENTREVISTADORES

Begoña Rojí y Pilar Sanjuán

Universidad Nacional de Educación a Distancia

Partiendo de un sistema natural de categorías construido para evaluar las manifestaciones de la subjetividad durante la entrevista (Rojí, Sarriá, Brioso y Martorell, 1993), el presente estudio analiza el manejo del Punto de Vista y el Estilo Ilocucionario en cuatro entrevistadores -tres periodistas y un psicoterapeuta-. Los resultados muestran que el sistema de categorización aplicado discrimina adecuadamente entre las conductas comunicativas definidas. Igualmente, estos resultados son congruentes con algunas de las prescripciones habituales en los programas de formación de entrevistadores. Sin embargo, también revelan que: a) la expertitud de los entrevistadores está ligada a la evitación de ciertas pautas relativas al manejo del Punto de Vista, b) las marcas fáticas de empatía no parecen ser, en el contexto de entrevista, tan relevantes como con frecuencia se supone y c) el terapeuta tiende a usar los recursos del Estilo Ilocucionario de manera significativamente distinta a como lo hacen los periodistas.

Measuring the interviewer’s discoursive subjectivity. A natural categorization system for measuring subjectivity cues during interview (Rojí, Sarriá, Brioso y Martorell, 1993) was applied to study view point and ilocutionary style management from four expert interviewers - three journalists and one psychotherapist-. Results showed the system of categories suitable for discrimination among defined communicative behaviors and, likewise, were great similar to prescriptions proposed by some interviewers training programs. However, also revealed that: a) interviewers avoided some patterns in the use of view point, b) in the interview interaction context, the empathic fatic marks did not seem to be so relevant as it is frequently supposed, and c) psychotherapist differed significantly from journalists in the ilocutionary style use.

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Tradicionalmente, el punto de vista se ha entendido en dos acepciones distintas. De acuerdo con la primera, la más estricta, se trata de una presuposición cognitiva no lingüística cuya función consiste en insertar en el discurso la percepción que el hablante elabora de la situación comunicativa en que se encuentra (Lozano, Peña-Marín y Abril, 1982). Las marcas lingüísticas que corresponden a esta acepción son los deícticos, o partículas - pronombres, adverbios, tiempos verbales - que adquieren su significación concreta en función de la identidad y la ubicación espacio-temporal del enunciante.

En cambio, de acuerdo con la segunda acepción, más genérica y de uso más frecuente tanto en los estudios lingüísticos, como en los comunicativos o los de crítica literaria, el punto de vista se asimila a la perspectiva textual (Rojí, 1986). En este caso, el punto de vista se define como la integración discursiva de las marcas lingüísticas que corresponden a la acepción restringida, con todos los demás indicios de subjetividad (Kerbrat-Orechioni, 1980) inscritos en el discurso; esto es, con aquellos recursos retóricos y elecciones léxicas que entrañan posicionamientos evaluativos o afectivos por parte del enunciante.

En términos de punto de vista, la entrevista cara a cara se corresponde con la llamada situación canónica de emisión (Lyons, 1977), ya que durante la misma los participantes pueden identificar de forma inmediata cuándo el empleo de los deícticos es incorrecto y si la selección léxica y los marcadores modales se adecúan al referente. Así, los deícticos son elementos enunciativos de naturaleza relativamente objetiva, ya que su empleo puede ser contrastado por alguien distinto del enunciante, mientras que, las restantes fuentes de subjetividad del discurso remiten directamente a la competencia cultural e ideológica (Wetherell y Potter, 1988; Goodwin, 1995; Pomerantz y Fehr, 1997) de quien hace uso de ellos.

En definitiva, todo enunciado se caracteriza por la tensión que se establece entre la aspiración a la objetividad y la inevitable subjetividad de sus componentes. Ahora bien, el punto de vista no es la única entidad discursiva que da cuenta de esta tensión.

Si la ilocución (Austin, 1962) es el acto que acontece al decir algo -en contraposición al acto de decir algo, o locución, y al que acontece por decir algo, o perlocución-, el concepto de estilo remite al hecho de que cualquier tema puede ser tratado, tanto lingüística como discursivamente, de manera muy distinta sin que por ello se aprecien cambios sustanciales en el núcleo del mensaje. Es decir, las posibles variaciones en la forma de expresar un contenido están basadas en la elección que efectúa un comunicante entre elementos del sistema lingüístico que significan aproximadamente lo mismo.

Ya desde Bally (1965) se reconoce que las variantes estilísticas están ligadas a las actitudes que el comunicante desarrolla ante algunos, varios o todos los elementos que intervienen en la situación comunicativa.

Además, a causa de la multiplicidad de niveles de estructuración de un discurso, y de que en todos ellos existen formas alternativas entre las que efectuar una elección, las posibilidades estilísticas no sólo aparecen en el plano puramente semántico o léxico, sino que se extienden por igual a la morfosintaxis y, en general, a todas y cada una de las etapas de elaboración del plan textual. Por tanto, en el estilo de una ilocución puede diferenciarse un aspecto micro y otro macroestilístico, aunque tanto en un caso como en otro las elecciones estilísticas realizadas por el emisor tienen una función semejante, pues constituyen un nivel informativo suplementario que indica cómo debe ser entendido el significado literal (Rojí, 1988). En otras palabras, el estilo ilocutivo es un marcador de sentido propio de la situación concreta en la que se produce la comunicación. Esta función indicadora, que puede ser desarrollada tanto por elementos de naturaleza lingüística como paralingüística, convierte al estilo ilocucionario en una importante dimensión pragmática, ya que actúa como lazo de unión de la situación comunicativa con la forma lingüística, o, si se prefiere, de la comunicación con el lenguaje.

El estilo ejerce su función vinculativa mediante las puntuaciones específicas que asigna a los contenidos del mensaje, y dicha asignación funciona de manera similar a la que se produce entre los niveles analógicos y los contenidos digitales de un mensaje cuando aquéllos puntúan a éstos.

Con objeto de operativizar el impacto de la subjetividad en textos orales generados en situaciones de entrevista, Rojí, Sarriá, Brioso y Martorell (1993) construyeron un sistema de categorías naturales. Dicho sistema, tomó como punto de partida la observación de 15 horas de entrevistas duales, grabadas en vídeo y distribuidas de la siguiente manera:

1) Televisión: 6 horas debidas a tres entrevistadores:

a) Mercedes Milá entrevistando a: Jon Sobrino, Rafaela Aparicio, Adolfo Suárez, Lola Herrera, Antonio Gala, Terenci Moix y Juan Guerra.

b) Pilar Trenas entrevistando a: María Kodama, Miguel Berrocal, Victoria de los Angeles y Ricardo Bofill.

c) Jesús Qintero entrevistando a: un varón que cumple condena por parricidio, una mujer alcohólica (con 15 años de hospitalización psiquiátrica), Antonio Gala, Jon Idígoras, Espartaco Santoni.

2) Terapia: 9 horas; todas ellas debidas a un terapeuta de formación humanista con más de diez años de experiencia profesional.

Una vez transcritas las 15 horas de conversación resultantes Rojí y cols. (1993), establecieron el Movimiento Enunciativo (ME) como unidad de análisis.

El concepto de ME, parcialmente inspirado en el trabajo de Gómez Fontanil (1989), fue elaborado a partir de la noción de deíxis y, más concretamente, a partir de las coordenadas de espacio, tiempo y persona - aquí, ahora, yo - , pues, además de corresponder con el punto de vista en sentido estricto, sin su concurso, ya sea explícito o implícito, no es posible construir un enunciado. De esta forma, cada vez que en el discurso de los participantes en las entrevistas se observó un cambio en alguno de los valores de estos tres ejes deícticos, se consideró que se había producido un punto de corte, a partir del cual se iniciaba un nuevo ME. Aproximadamente, la extensión de un ME coincide con la de una frase.

En total fueron definidos 37 criterios y 91 categorías. Pero, tras comprobar que en ciertos casos los criterios se correspondían con conceptos pragmáticos bien conocidos, se procedió a una reordenación de los mismos. Surgieron de esta forma los dos subsistemas: Punto de Vista (PV) con 18 criterios y 40 categoría y Estilo Ilocucionario (EI) con 19 criterios y 51 categorías.

Los criterios y categorías (entre paréntesis) del subsistema Punto de Vista fueron: Génesis del Mensaje (Original, Citado); Naturaleza de la Cita (Directa o Textual, Indirecta o Parafrástica); Tipo de la cita Textual (Literal, Atribuida); Estilo de la Cita (Dramatizada, No Dramatizada); Tipología Verbal (Comentario, Narración); Modo Enunciativo de la Narración (Presente Histórico, Pretérito); Modo Enunciativo del Comentario (Declarativa, Interrogativa, Imperativa); Formulación de la Declarativa (Afirmativa, Negativa); Formulación de la Interrogativa (Directa, Indirecta); Sentido de la Imperativa (Ordenar, Sugerir); Tipo de Objeto Referencial (Ambiente, Hablante o Emotiva, Oyente o Conativa); Ambito Referencial del Ambiente (Contextual, Cotextual); Tipo de enunciado Cotextual (Metaenunciativa, Metaléxica); Tipo de Metaenunciativa (Intraturno, Extraturno); Focalización de la Referencia o de la Protagonización (Autorreferido, Alterreferido, Inclusivo); Tipo de Referente Inclusivo (Referente Literal, Referente Figurado); Posición del Emisor ante el Foco Referencial (Realidad Empírica, Juicios Morales y Opiniones, Sentimientos y Emociones); Grado de Subjetivización (Personalizado, Pretendidamente Aséptico).

Por lo que respecta al subsistema Estilo Ilocucionario, los criterios y categorías fueron: Compromiso Ilocucionario (Pro, contra, Neutro); Grado de Compromiso Ilocucionario (Certeza, Duda, Condición); Naturaleza de la Aproximación Retórica (Con Distancia, Sin Distancia); Naturaleza del Tropo (Ironía, Burla, Parodia, Sarcasmo); Referente del Tropo Retórico (Autodirigido, Interlocutor, Inclusivo, Exclusivo, Mundo); Estructura Interna (Con Giros, Sin Giros); Tipo de Giro (Frases Hechas, Conmutadores, Muletillas, Requerimiento de Confirmación); Tipo de Enunciado (Completo, Incompleto); Función de los Enunciados Incompletos (Reorganizadores cognitivos, Matizadores, Sobreentendidos); Naturaleza de lo Conmutado (Conmutadores de la Información, Conmutadores de la Interacción); Presión Ilocucionaria (Con Énfasis, sin Énfasis); Tipo de Presión Ilocucionaria (Verbal, No Verbal); Función de la Presión (Aumentar, Reducir); Empatía (Con Marcadores Fáticos, Sin Marcadores Fáticos); Naturaleza del Recurso Fático (Fático Puro, Vocativo, Anticipación Empática, Intercambios Redundantes); Función del Recurso Fático (Calidez, Tensión, Neutral); Tipo de Anticipación Empática (Anticipación Correcta, Anticipación Incorrecta); Ordenación del Flujo Discursivo (Incrustación Intraturno, Lineal); Función Pragmática de la Incrustación Intraturno (Incrustación Marcada Pragmáticamente, Incrustación No Marcada Pragmáticamente).

Materiales y procedimiento

De las 25 entrevistas utilizadas para la construcción del sistema de categorías arriba mencionado, se seleccionaron 4. La selección fue realizada por 6 observadores independientes, quienes, asumiendo como criterio la calidad de la empatía y la eficacia comunicativa, eligieron la que para ellos resultaba la entrevista más significativa de cada entrevistador.

Por unanimidad, las entrevistas elegidas fueron: Mercedes Milá-Terenci Moix - emitida por TVE en 1990 dentro del programa El Martes que Viene -, Jesús Quintero-Antonio Gala - emitida en fechas diversas por varias cadenas autonómicas, Tema El sentido de la vida, serie Trece noches con -, Pilar Trenas-María Kodama - emitida por TVE en 1991 como parte de la serie Muy Personal - y una entrevista terapéutica correspondiente a la fase intermedia de un tratamiento de corte humanista.

Los turnos naturales recogidos en las transcripciones de estas entrevistas fueron segmentados de acuerdo con el ya mencionado criterio ME. El total de turnos fueron 287 - 88 pertenecientes a Mercedes Milá, 62 a Pilar Trenas, 59 a Jesús Quintero y 78 al terapeuta - equivalentes a 795 MEs.

En el proceso de codificación, y para cada uno de los MEs, se asignó una puntuación «1» cuando la categoría estaba presente, mientras que se puntuó con «0» cuando no lo estaba - por ejemplo, si el ME consistía en una pregunta se asignaba una puntuación «1» a la categoría «interrogativa» y una puntuación «0» a la «declarativa».

En cambio, para analizar los datos la unidad utilizada no fue el ME, sino el turno, por lo cual, el valor de cada variable en el turno fue la suma de las puntuaciones asignadas en todos los MEs de los que se componía. Puesto que no todos los turnos tenían el mismo número de MEs, con el fin de relativizar, se dividió el total de cada variable entre el número de MEs de cada turno.

Resultados

De las 91 variables - 40 correspondientes a PV y 51 a EI - de las que partíamos en el modelo teórico, antes de realizar los análisis estadísticos, eliminamos 29 - 7 en PV y 22 en EI -. Las categorías eliminadas fueron aquellas que en todos los turnos de las cuatro entrevistas consideradas obtuvieron una puntuación «0».

Para cada uno de los subsistemas por separado, con las variables restantes - 33 en PV y 29 en EI - se realizaron análisis factoriales, siguiendo el método de componentes principales y rotación varimax. Se obtuvieron así 12 factores para PV y 11 para EI, que, respectivamente, explicaban un total del 82,4 y el 83% de la varianza.

Para asegurar la significatividad de las variables, se eliminaron aquellas con una saturación inferior a 0.6 Por ello, las variables excluidas fueron 14, 5 pertenecientes a PV y 9 a EI. Por tanto, en el subsistema PV quedaron 28 variables y 20 en el EI. Con estas últimas se realizó una nueva serie de análisis factoriales siguiendo el método ya citado.

De esta forma, para el subsistema PV se obtuvieron 10 factores que explicaban un total de 83,7% de varianza. Estos nuevos factores coincidieron con los anteriores, a excepción de la variable «negativa» que no alcanzó el punto crítico (0.6) y por ello no fue tenida en cuenta.

Por otra parte, en EI se obtuvieron 8 factores que explicaban un total de 81,6% de varianza. También en este caso, dichos factores coincidieron con los obtenidos anteriormente, aunque en esta ocasión las excepciones fueron dos, «condición» y «fático puro», pues saturaron por debajo del punto crítico elegido. El porcentaje de varianza que explica cada uno de estos factores, así como el porcentaje acumulado, en función de los subsistemas, puede verse en la Tabla I.

Las variables con saturación igual o mayor a 0.6 aparecen en las Tablas II y III para PV y EI respectivamente.

La observación directa de los datos en ambos subsistemas, puso de manifiesto que la aportación de algunas variables, e incluso de factores completos era la no presencia; es decir, se trataba de categorías que en la mayoría de los casos - entre el 81 y el 99% para PV y el 72 y el 99% para EI - tenían puntuaciones «0». El porcentaje de varianza explicada por cada variable, en función de si su aportación se debe a la presencia o la ausencia, aparece en las Tablas IV - para PV - y V - para EI.

Por último, para evaluar las diferencias entre el terapeuta y los demás entrevistadores se realizaron varias series de análisis de varianza de un factor - Terapeuta-Milá, Terapeuta-Trenas, o Terapeuta - Quintero, según el caso -. Las variables dependientes fueron cada una de las categorías que conformaron los factores definitivos. Las diferencias entre el terapeuta y los demás entrevistadores en las variables cuya aportación es la presencia - porcentaje alto de puntuaciones diferentes de «0» - pueden verse en las Tablas VI y VII, para PV y EI respectivamente.

Discusión

Respecto a PV, entre los resultados obtenidos destaca la vinculación de algunos factores con la ausencia absoluta - factores 5, 6, 7, 8, 9 y 10 - o relativa - factores 2 y 3 - de ciertos tipos de verbalización. De hecho, el porcentaje de varianza explicada por las variables con mayor carga de ausencia fue del 52.24%, mientras que el explicado por las variables con fuerte presencia fue sólo del 29.65%.

Concretamente, en lo que concierne a las ausencias, los entrevistadores tendieron a eludir el empleo de citas - factores 2 y 7 - , narraciones - factor 3 - , órdenes y sugerencias - factor 5 - o preguntas indirectas - factor 10 - . Asimismo, los entrevistadores procuraron no emplear la primera persona del plural - factor 8 - y lo que desde Jakobson (1973) se denominan funciones metalingüística - factor 6 - y emotiva - factor 9 - .

En cambio, en relación a las categorías con presencia, el factor 1 indica que los entrevistadores tendieron a preguntar de forma directa o a mostrar afirmativamente sus criterios personales. Por su parte, los factores 2, 3 y 4 revelan que los entrevistadores se inclinaron a hablar por boca propia y en régimen de comentario, centrando los contenidos, bien en el entrevistado, bien en el tema de la conversación.

Esto podría interpretarse en el sentido de que el manejo de los recursos discursivos, que configuran la competencia comunicativa de los entrevistadores expertos, incluye una cuidadosa selección de los mismos.

En cuanto a las diferencias entre el PV del terapeuta y el de los demás entrevistadores, cabe resaltar que el primero incluyó más enunciados de carácter declarativo y afirmativo. Además, el terapeuta tendió a expresar más sus opiniones y a hacerlo en régimen de comentario, así como a realizar menos preguntas que los periodistas. Por otra parte, el discurso del terapeuta, en contraste con los de Mercedes Milá y Pilar Trenas, estuvo más centrado sobre el ambiente y el contexto recogidos por la conversación, que sobre el interlocutor propiamente dicho.

Por lo que respecta a EI, se observa una mayor aportación de la presencia, que explicó el 42.8% de la varianza, frente al 34,5% explicado por la ausencia.

Así, el factor 1 aglutinó las marcas de subrayado verbal con función ponderativa - «énfasis verbal» para «aumentar» y «ausencia de énfasis» - , en tanto que, el factor 2 agrupó las categorías referidas a características retóricas - «sin distancia enunciativa» y «sin giros» - o a características morfosintácticas - «enunciados completos» y «lineales» - .

Por contra, los factores 3 y 5 agruparon categorías significativas tanto por presencia como por ausencia: el factor 3 recogió la no utilización de marcadores fáticos, elementos redundantes y marcas de calidez, y el 5 destacó, tanto la significación de la neutralidad enunciativa, como la ausencia de las tomas de partido del entrevistador a favor de aquello de lo que hablaba.

Finalmente, los factores 4, 6, 7, y 8, agruparon de forma exclusiva categorías significativas por su ausencia. En concreto, el factor 4 destacó que los entrevistadores no solían interrumpir a los entrevistados para completar sus frases; y los factores 6 y 7 que los entrevistadores tampoco solían interrumpir el flujo de su discurso, ni para incluir aclaraciones sobre el sentido de sus propias palabras, ni para preguntarle a sus entrevistados si les habían comprendido. El factor 8 indicó que los entrevistadores no solían hacer uso de partículas carentes de valor semántico.

En resumen, el EI de los entrevistadores destacó por su sobriedad expresiva, así como por sus acusadas tendencias a la corrección - tanto morfosintáctica como interactiva - y a la neutralidad enunciativa. Ahora bien, los resultados relativos a las diferencias entre el terapeuta y los periodistas mostraron que éste era más neutro y utilizaba más construcciones morfosintácticas propias del habla coloquial que aquellos. Además, en líneas generales, su EI se aproximó más al de Mercedes Milá, que al de Pilar Trenas o al de Jesús Quintero.

Considerados globalmente, nuestros resultados indican que el sistema de categorización aplicado discrimina con claridad entre las conductas comunicativas que considera. En principio, el sentido de tal discriminación es congruente con el grueso de las prescripciones recogidas por los programas más conocidos de entrenamiento para terapeutas (Cormier y Cormier, 1994; Wilson, Spence y Kavanagh 1995; Wachtel, 1996), además de con recientes estudios realizados sobre entrevistas periodísticas (Velázquez, 1992; Sánchez Macarro y Salvador, 1993; Arfuch, 1995; Cortés y Bañón, 1997).

Así, por ejemplo, en consonancia con el grueso de las recomendaciones que se suelen hacer a los terapeutas inexpertos sobre la conveniencia de no convertir la sesión terapéutica en un interrogatorio, nuestros resultados mostraron que el terapeuta utilizó significativamente menos preguntas que el resto de los entrevistadores.

Por otro lado, teniendo en cuenta que la empatía fue el criterio de selección de los materiales del presente estudio, nuestros resultados sugieren, asimismo, que las marcas de empatía de naturaleza fática podrían no ser tan relevantes como se supone con frecuencia. Es decir, los expertos en comunicación cara a cara parecen transmitir la empatía durante sus conversaciones, a través de registros tales como la relevancia de las intervenciones respecto al tema de conversación o consulta, el contacto ocular, etc.

Paralelamente, el hecho de que el terapeuta explicitara más su visión del mundo que los periodistas aunque no tomara tanto partido como ellos, así como la mayor proximidad estilística observada entre el terapeuta - de formación humanista - y el estilo rápido y activo desarrollado por M. Milá, parece indicar, que las diferencias de subgénero en la entrevista alcanzan también al tratamiento estilístico de la subjetividad.

Sin embargo, nuestros datos enfatizan asimismo, que los subgéneros de entrevista considerados comparten un manejo similar del punto de vista o subjetividad estructural. A este respecto, destaca la asociación entre expertitud y evitación de ciertas pautas discursivas. Ahora bien, dado el tamaño de la muestra analizada, antes de incorporar los patrones discursivos expuestos hasta aquí, como directrices en planes de formación de futuros entrevistadores, sería necesaria la confirmación de los mismos.

Agradecimientos

Este trabajo fue parcialmente subvencionado por una ayuda del Ministerio de Educación (DGICYT PS91-0034).

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Aceptado el 19 de mayo de 1999

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