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Psicothema was founded in Asturias (northern Spain) in 1989, and is published jointly by the Psychology Faculty of the University of Oviedo and the Psychological Association of the Principality of Asturias (Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias).
We currently publish four issues per year, which accounts for some 100 articles annually. We admit work from both the basic and applied research fields, and from all areas of Psychology, all manuscripts being anonymously reviewed prior to publication.

PSICOTHEMA
  • Director: Laura E. Gómez Sánchez
  • Frequency:
         February | May | August | November
  • ISSN: 0214-9915
  • Digital Edition:: 1886-144X
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Psicothema, 2000. Vol. Vol. 12 (Suplem.2). 8-11




AL DR. JESÚS AMÓN, IN MEMORIAM

Luis Jáñez y Sergio Rábade Romeo

Universidad Complutense de Madrid

AL PROFESOR JESÚS AMÓN, IN MEMORIAM

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AL DR. JESÚS AMÓN, IN MEMORIAM

Luis Jáñez
Universidad Complutense de Madrid

El actual departamento de Metodología de la Universidad Complutense, es el resultado de la fusión de dos departamentos que nacieron y crecieron independientemente:

- El Departamento de Psicología Matemática, creado y dirigido por el Dr. Amón

- El Departamento de Psicología Experimental, creado y dirigido por el Dr. Yela.

Dos departamentos, con dos personas distintas, perfiles diferentes, culturas dispares, que se vieron abocados hace unos cuantos años a fusionarse, y que con el paso del tiempo y la buena disposición de todos han ido dando forma al departamento actual.

En un acto como éste, en memoria del Dr. Amón, he de centrar mi intervención en la puesta en marcha del Dpto. de Psicología Matemática. Pero no con la perspectiva del historiador, sino con la de quien ha vivido el proceso, y lo ha vivido desde dentro; y por lo tanto con una perspectiva que puede ser bien distinta de la que tengan otras personas. Voy a comentar algunos rasgos que me han llamado más la atención al repasar mentalmente aquellos años, sin haber tomado notas, sin haber acudido a fuentes documentales, sin haberlo contrastado con nadie.

No esperéis por tanto conclusiones de un estudio científico; tampoco son datos; son, como mucho, hipótesis sobre los rasgos característicos de aquel departamento, rasgos que de alguna manera también reflejan las ideas y criterios con los que el Dr. Amón fue organizándolo.

El área científica en la que se focalizó el departamento fue la estadística y la probabilidad. Otros temas más imbricados con la psicología, como la psicometría y los métodos experimentales, crecieron en el otro departamento; en total consonancia con la afinidad del Dr. Amón por la vertiente matemática, aunque también había cursado los estudios de psicología. Le encantaba despiezar una suma de cuadrados o hacer la radiografía de las propiedades de un estimador. Siempre fue un matemático, en sentido estricto, escasamente interesado en las interpretaciones empíricas de los resultados estadísticos; ello no quitaba para que con frecuencia recomendase a alumnos y colegas ocuparse de esta vertiente. Esa afición por la matemática, y esa distancia de sus aplicaciones, marcó bastante el rumbo inicial del Dpto. Después, con el paso de los años, la utilidad y la aplicación de la estadística fue cobrando relieve, debido principalmente al personal nuevo, y con el respaldo y el impulso del Dr. Amón, que siempre vio en ellas un factor motivador del alumno; esa evolución puede verse en los exámenes (en los que pasó de tirar dados a estudiar comportamientos), en los temas de investigación (modelos matemáticos de percepción, atención actitudes…), incluso en sus propios libros, incluyendo ejemplos las aplicaciones psicológicas de los contenidos estadísticos.

Fue innovador. Baste como indicador señalar que cuando el departamento introdujo en la carrera los cursos de informática, todavía era la época de las perforadoras, lo que pone de manifiesto que la introducción de esta materia ocurrió en época muy temprana. Pero a la vez muy cuidadoso, tratando de minimizar los riesgos; sirva como ejemplo el proceso para introducir la asignatura optativa de Proceso de Datos: para ponerla en marcha esperó la llegada de un profesor con experiencia en esa materia en una universidad americana, lo cual incrementaba la confianza en la calidad del resultado; y así fue; se implantó sin traumas.

La docencia fue siempre el eje de su actividad. El otro eje, el de la investigación, hubo de concentrarlo en idear estrategias, procedimientos, argumentos, y demás ingredientes para crear y afianzar la Facultad y el Departamento. Una actividad difícil, generalmente poco reconocida (generalmente por quienes ya se encuentran esas cosas hechas), pero que resulta imprescindible, pues antes de investigar en un área científica hay que conseguir las instalaciones, el equipamiento, las plazas para el personal, etc. Y eso tiene más que ver con escribir informes, explicarlos en los despachos, convencer, y actuar que con hipótesis, experimentos, análisis de datos, y conclusiones. Aunque también hizo investigación científica en sentido estricto, unas veces como autor y otras detrás de las bambalinas, las actividades de gestión le consumieron muchísimo tiempo. El tiempo restante lo dedicó a escribir las sucesivas versiones de su libro «Estadística para Psicólogos».

Pero la innovación no la propicio sólo en el plano docente, sino también en la investigación, alentando las iniciativas que se fueron produciendo en el departamento: tesis y publicaciones sobre modelos de psicométricos, perceptivos, psicofísicos...

Era consciente que el futuro del departamento se jugaba en las personas que se incorporaban a él; por ello dedicó especial atención a este apartado: conocida era a su afición a consultar en Secretaria los expedientes de los alumnos que en clase hacían preguntas relevantes, con vistas a buscar entre ellos a sus futuros colaboradores. Siempre me llamó la atención su preocupación por que al departamento se incorporasen psicólogos; probablemente debido a su interés por conseguir precisamente que la estadística se centrase en la psicología, evitando el riesgo de quedar desconectada de la carrera y por tanto de la profesión. Interés, preocupación permanente y respecto por los alumnos. Daba todas sus clases, puntual en el comienzo, pronunciado sentido de la justicia (examen único; cada profesor corrige un problema, para que la dureza o blandura de sus criterios de la corrección afecte a todos igual). Ello le llevó probablemente a ser siempre más exigente de lo habitual.

El norte del Dr. Amón estaba muy claramente centrado en la calidad científica de la Universidad. Pero también hay que destacar su constante preocupación social, que le condujo, en los últimos años de su vida, a volcar su saber y su experiencia como ayuda al desarrollo, precisamente en los países menos favorecidos de Latinoamérica. Tenía el plan de trasladarse allí, a continuar su actividad académica; pero sólo pudo impartir unos cursos; su tiempo no dio para más. Una sugerencia de solidaridad que transparenta el profundo humanismo que impregnó su vida.

EN MEMORIA DE JESÚS AMÓN

Sergio Rábade Romeo
Universidad Complutense de Madrid

En los últimos días del mes de noviembre de 1998 fallecía en Villagarcía de Campos el profesor Jesús Amón. Su muerte significó la perdida de un excelente profesor, de un investigador destacadísimo en su especialidad y, para muchos, la desaparición de un amigo entrañable.

Los azares de la vida nos llevaron a conocernos en la década de los 40, años en la que los dos recibíamos formación humanística con los jesuitas en Salamanca. Años después, la vida de cada uno tomó rumbos diferentes. Se produjo inevitable lejanía espacial en concomitancia con biografías distintas por razones vitales y por la diversidad de intereses académicos. La vieja amistad y el aprecio que sentía por Amón me llevó a seguir, aunque de lejos, su curriculum de formación académica, tanto en España como en Estados Unidos. Mucho después, en la década de los 70, volveremos a coincidir ambos en la Universidad Complutense, como profesores dentro de la - entonces - Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación.

Fue la oportunidad de renovar amistad y de emprender una tarea de estrecha colaboración. Al hacerme cargo del Decanato de la Facultad, ésta constaba de tres «secciones»: Filosofía, Ciencias de la Educación y Psicología. Las dos primeras estaban ubicadas en los edificios A y B del Campus de la Complutense en Moncloa, mientras que los estudios de Psicología se habían trasladado al Campus de Somosaguas, a un amplio y moderno edificio en el que pudiesen tener acogida digna el amplio número de alumnos que querían acceder a estudiar Psicología.

Amón había sido nombrado, a propuesta del Decano anterior D. Anselmo Romeo, vicedecano en la Facultad de Psicología en Somosaguas. Al iniciar mi etapa de decano, ni se me ocurrió cambiarlo, sino seguir contando con él como persona responsable de dicha sección de Psicología. Muy pronto se nos hizo patente la poco satisfactoria situación de una Facultad, en la que sus centros de estudio estaban separados por más de diez kilómetros. La insatisfacción se dejaba sentir muy especialmente entre los profesores y los alumnos de Psicología. Constituían el bloque más numerosos de la Facultad, cuya cabeza, sin embargo, estaba en el Campus de Moncloa. Empezaba a hacerse patente el deseo de que los estudios de Psicología se constituyeran como una facultad distinta e independiente de Filosofía y Ciencias de la Educación. Sólo así - se pensaba con razón - podrían tales estudios, contando con presupuesto propio y con dirección propia, atender a una dotación suficiente de medios y, lo que era más importante, de profesorado estable, ya que la mayoría de sus profesores eran, según la terminología de aquel momento, «penenes».

¿Consecuencia de esta toma de conciencia? Asumir la necesidad de hacer de la Psicología una facultad nueva e independiente. Amón se convertiría en un auténtico factotum de esta empresa. Yo sólo fui compañero de viaje de tal empresa. El entusiasmo y el mayor esfuerzo los puso él.

El asunto no era fácil. Empieza Amón las visitas al Ministerio de Educación y Ciencia, visitas en las que, como Decano debo acompañarle. Pero soy con frecuencia simple acompañante: la voz cantante la lleva él, preparando minuciosos informes. En el Ministerio tropezamos con una clara actitud de resistencia. No entra en sus planes abrir la puerta de la creación de facultades de psicología. Comprenden la situación especial de la Complutense, pero piensan que, si se crea la Facultad de Psicología de la Complutense, inevitablemente vendrán otras detrás. Eso fuer lo que nos llevó a no plantear la creación de una facultad que se denominase Facultad de Psicología, sino el simple desdoblamiento de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación: una en el Campus de Moncloa y otra en el de Somosaguas. Hicimos ver al Ministerio que apenas habría incremento de gasto, ya que el edificio de Somosaguas contaba con todos los servicios. Los profesores de Psicología se resistían a esta solución, porque querían llamarse Psicología. Se les hizo ver que el desdoblamiento era la única solución posible en aquel momento y que, en buena lógica, una vez lograda la Facultad, no resultaría difícil hacerles ver a las autoridades ministeriales el contrasentido de una Facultad donde se estudiaba Psicología y, sin embargo, se denominaba Filosofía y Ciencias de la Educación. La historia demostró que esta previsión era acertada. El encargado de realizar esta tarea fue también el propio Amón como Vicedecano en funciones de Decano de la nueva facultad. Sus esfuerzos se vieron coronados con el Real Decreto de 29 de Febrero de 1980, creando definitivamente la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense.

Me agrada por dar testimonio de estos quehaceres de Jesús Amón, ya que me parece que no deben ser ignorados para la historia de las Facultades de Psicología de España. Con todo derecho merece ser considerado como fundador de la primera de ellas.

La que acabamos de ver es una faceta de Jesús Amón: su eficacia y tenacidad en la gestión institucional. En ella le acompañé y le admiré. Pero, sin duda, no es ésta la faceta más importante. No se trataba más que de una actividad de pequeña política universitaria, desde sus cargos de Vicedecano y de Decano, cargos que no buscó por ambición alguna, sino por sentido del deber.

Ahora bien, mis largos años de conocimiento y de amistad, así como los pocos años de colaboración intensa en las tareas universitarias, me han permitido conocer otros aspectos de su personalidad. Y como cualquiera que le haya tratado, he sabido de su honradez a carta cabal, de su integridad, de su sentido de la responsabilidad. Cuando llegaba racionalmente a la persuasión de lo que había que hacer, se dedicaba sin reservas y sin reparar en esfuerzos.

Su carácter bastante reservado y una innegable timidez podían llevarle a dar la impresión de una persona reservada y hasta de actitudes que pudieran parecer hieráticas. Todo esto desaparecía cuando el trato sincero le hacía romper esas fronteras. El testimonio de sus discípulos más cercanos certifica de su entrega y su inestimable ayuda.

Fui testigo, a pesar de mi ignorancia en ese campo, de la seriedad con que tomaba su dedicación a la Psicología Matemática, de su lucha por conseguir la bibliografía más especializada. Con ello no buscaba sólo la actualización de sus conocimientos, sino la mejor manera de comunicarlos a otros. Su preocupación por la formación de los alumnos era extraordinaria. Y el perfil matemático de su docencia acrecentaba esa preocupación, dada, con frecuencia, la escasa preparación de los alumnos en ese campo. Recuerdo especialmente con qué interés hablaba del grupo de especialistas que estaba ayudando a formar. Omito los nombres que muchas veces salían en las conversaciones, ya que la infidelidad de mi memoria puede desfigurar la exactitud de los datos.

Trabajador incansable, diría, si se me entiende correctamente, que trabajaba con disciplina jesuítica, que la aplicaba con rigor a sí mismo y con amplitud de generosidad a los demás.

Cuantos le tratamos guardamos de él la imagen de un profesor destacado, de un gestor eficaz y riguroso y, lo que es más importante, de una persona de principios a los que ajustaba su vida personal y su actividad académica.

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