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La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.

PSICOTHEMA
  • Director: Laura E. Gómez Sánchez
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Psicothema, 1997. Vol. Vol. 9 (nº 3). 587-598




DROGODEPENDENCIA Y DELITO. UNA MUESTRA PENITENCIARIA

Francisco J. Rodríguez Díaz*, Susana G. Paíno Quesada*, Francisco J. Herrero Díaz* y Luis M. González Cuevas**

* Universidad de Oviedo y ** Universidad de La Coruña

El objetivo de este estudio es analizar la relación que mantienen la conducta delictiva y la drogodependencia. Para ello, se efectuaron una serie de análisis, en una muestra extraída del Establecimiento Penitenciario de Villabona (n=87), que tratan de comprobar el tipo de relación que mantienen ambos comportamientos. El resultado más relevante es una relación de causalidad indirecta entre delincuencia-drogodependencia, es decir, se observa la incidencia de otro tipo de variables (familiares, socioeconómicas y otras) que tienen especial importancia para la comprensión y la explicación de esta relación referida anteriormente.

Drug adiction and crime. Study of a penitentiary sample. The aim of this research is to analyze the relationship between delictive behavior and drug addiction in a sample obtained from the Prision of Villabona (n=87). The most important result obtained was the lack of any direct causal relation between both variables, it means, that other variables (family, socioeconomics and others) are the responsibles of it.

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Drogodependencia y Delincuencia son comportamientos que han despertado el interés de los investigadores por la problemática social, observándose en ellos un notable incremento; dicho incremento, por otra parte, ha recaído principalmente en la población juvenil. Al mismo tiempo, son muchos los esfuerzos en poner freno a estos dos fenómenos y, pese a ello, aún no se han podido explicar, dado que intervienen multitud de variables en ellos: son comportamientos pluriformes y complejos (Goldman, 1981). En la actualidad, ambas conductas se enmarcan dentro de las conductas socialmente desviadas (Clemente, 1992; Merton y Nisbet, 1971).

La relación hipotetizada entre conductas delictivas y conductas de consumo a la hora de estudiarla hace preciso detenernos en sus distintas acepciones. No obstante, existe un consenso en la mayoría de las investigaciones realizadas sobre la relación entre ambos comportamientos (Huizinga, Menard y Elliott, 1989; Johnson, Wish, Schneidler y Huizinga, 1991).

En primer lugar, aludiendo a la forma en que estos dos comportamientos pueden llegar a relacionarse, existen tres hipótesis explicativas de dicha relación. Por una parte, la primera nos dice que la conducta delictiva se produce como consecuencia de la drogadicción del individuo. Aquí, la droga se vería como una necesidad, y el individuo que la consume se introduciría en el mundo delincuencial por la necesidad económica que se deriva de ese consumo (McBride y McCoy, 1981). Esta hipótesis postula, pues, que la droga causa la delincuencia; en consecuencia se asume que la conducta delictiva es posterior a la conducta ‘abusiva’. A esta hipótesis se la conoce con el nombre de necesidad económica. Los apoyos empíricos a esta hipótesis son, entre otros, los siguientes: Ball, Rosen, Flueck, y Nurco (1981) DeFleur, Ball y Snarr (1969); McGlothlin, Anglin y Wilson (1978)...

Desde la segunda hipótesis explicativa se postula que la conexión entre drogadicción y delincuencia tiene mayor complejidad, ya que muchos individuos consumidores ya habían manifestado comportamientos delictivos con anterioridad a su drogadicción (Chambers, 1974; Voss y Stephens, 1973); y, además, los delitos cometidos no eran derivados o a consecuencia de la necesidad económica para adquirir la droga. Desde este posicionamiento sería posible concluir, pues, que ‘la drogadicción es causa de mayor delincuencia’. Esta hipótesis - que cuenta con un mayor apoyo- asumiría que la delincuencia causa consumo (Chambers y Moffett, 1969; Coate y Goldman, 1980; Cuskey, Ipsen y Premkumar, 1973; Dobinson y Ward, 1986; D’Orban, 1970; Elliott y Ageton, 1976; 1981; James, 1969; Johnston, O’Malley y Eveland, 1978; Kraus, 1981; Rosenthal, Young, Wallace, Koppel y Gaddis, 1973; Scott y Willcox, 1965; Vaillant, 1966; Voss y Stephens, 1973).

La tercera hipótesis explicativa de la relación Delincuencia-Drogodependencia afirma que no existe una relación causal entre ambos comportamientos (Collins, 1981; Elliot y Huizinga, 1984; Paíno, 1995), de manera que cualquier relación a establecer es simplemente aleatoria, espúrea (Otero y Vega, 1993). De esta forma, Farrow y French (1986) señalan que ambas conductas forman parte de un mismo proceso, en el cual van a intervenir otros factores extrínsecos (culturales, motivacionales, familiares, grupales, sociales, etc.) que parecen dar cuenta de cada uno de los comportamientos analizados.

Por otra parte, y en segundo lugar, Diéguez (1995) va a diferenciar entre la criminalidad derivada del consumo de drogas según desempeñe éste un papel directo o indirecto. La más frecuentemente admitida sería aquella que afirma que la drogodependencia contribuye a la criminalidad pero de una manera indirecta, pues habría que tener en consideración otras variables que inciden en esa relación (criminalidad-drogodependencia). En definitiva, la delincuencia tendría un carácter funcional, es decir, se utilizaría para conseguir la droga que el individuo necesita.

Finalmente, Elzo, Lidon y Urquijo (1992) acuñaron cuatro conceptos. En primer lugar, la delincuencia inducida, entendida como aquella conducta cuyo origen se encuentra en la intoxicación derivada de la ingesta de sustancias. Aquí se incluirían delitos contra las personas, contra la libertad sexual, contra la seguridad interior del Estado, contra la seguridad en el tráfico y, en algunas ocasiones, contra la propiedad.

En segundo lugar, la delincuencia funcional sería aquella conducta manifestada con el propósito de conseguir la sustancia que necesita el individuo. Las conductas delictivas representativas serán delitos contra la propiedad (con fuerza, violencia y/o intimidación), ocasionalmente delitos de falsedades, malversación...

En tercer lugar, la delincuencia relacional vendría definida como aquella que tiene lugar en torno al consumo de drogas y es facilitadora, al mismo tiempo, de dicho consumo. Los delitos característicos son tráfico de drogas y compra de objetos robados.

Finalmente, el tráfico por no consumidor hace referencia al delito de tráfico de drogas manifestado por un individuo no consumidor.

Los dos primeros términos se corresponderían con los delitos directamente relacionados con las drogas; mientras que la delincuencia relacional se identificaría con los delitos en el sistema de distribución de drogas y los delitos definidos por las drogas -siguiendo la categorización del Research Triangle Institute (1976)-.

Llegado a este punto, al reconocer que la erradicación de las drogas de abuso está lejos, lo preocupante en la actualidad, y más como consecuencia, serán las problemáticas derivadas del consumo. Entre estas problemáticas, en tanto va a llevar a la población en general a considerar la drogodependencia como una enfermedad, se encuentran la biomédica, donde por su relevancia destacan las enfermedades infectocontagiosas, y en concreto el S.I.D.A. -un problema social, que en los centros penitenciarios se hace más complejo e incluso más grave. Constituye una situación particular de un problema social (Miguel y Miguel, 1992; García Huete, 1993)-.

Con todo, creemos que hoy no se puede mantener una relación directa entre drogadicción y delincuencia (Funes, 1990). No obstante, al introducir el consumo de drogas en el ámbito de la inadaptación nos encontramos con un problema sobreañadido al problema ya visto de la delincuencia, es decir, uso y abuso. Por ello, aunque el problema de la drogodependencia es distinto al problema de la delincuencia, como ya veremos, están íntimamente relacionados. En consecuencia, el individuo drogodependiente no tiene porqué ser etiquetado de delincuente. También es cierto que muchos individuos, en su carrera delictiva, han tropezado con la drogodependencia y, así, además de delincuentes se les etiqueta de drogodependientes; estas etiquetas serán ‘más profundas’ si el individuo se encuentra en prisión.

Como se puede comprobar, en la actualidad no hay nada concluyente respecto a la relación drogodependencia-delincuencia. Lo único en lo que hay acuerdo es en que tal relación existe, pero no hay pruebas para orientarnos hacia una u otra dirección. Por ello, los objetivos que nos planteamos son:

Comprobar qué relación se da entre la conducta delictiva y conducta de consumo de drogas, sabiendo de antemano que no es posible una relación causal entre ambos comportamientos (Otero y Vega, 1993), sino que esta relación es susceptible de ser afectada por la influencia de otras variables importantes; comprobar en qué medida las variables analizadas en el ámbito de las drogodependencias inciden en el tipo de conducta delictiva y su reincidencia.

Material y métodos

Las variables criterio con las que se ha trabajado son: la variable delito, que se ha recodificado en dos niveles o categorías: delito contra la propiedad (D.C.P.) y delito contra la salud pública (D.C.S.P.), y la variable reincidencia que se ha referido al número de ingresos del individuo en prisión, recodificándose en tres niveles: 1-2 entradas (primarios); 3-7 entradas (reincidentes) y 8-33 entradas (multirreincidentes).

Descripción de la muestra

La muestra la conforman 87 individuos pertenecientes a distintos módulos del establecimiento penitenciario de Villabona (Asturias, España). Todos los integrantes de la muestra han realizado alguno de los talleres ofertados por la Universidad de Oviedo, en dicho centro, exceptuando a dos de ellos. La colaboración en la recogida de datos ha sido voluntaria, comprometiéndonos siempre a guardar con los máximos éticos su identidad personal.

Características más relevantes de la muestra elegida:

Edad. La edad media de los individuos entrevistados fue 29 años, siendo la moda de 27.

Clase social. Se evaluó atendiendo al nivel profesional de los padres, el nivel económico y el número de miembros que componen la familia. Del total de entrevistados el 63.2% pertenecía a una clase social baja y el resto era mayoritariamente de clase media.

Nivel económico familiar. Es de reseñar en esta variable que más de la mitad de los individuos de la muestra refieren una economía familiar carencial.

Reincidencia. Finalmente, en relación a las variables que se han considerado criterio, podemos destacar que un 65,5% son reincidentes o multirreincidentes y el delito más frecuente es el delito contra la propiedad.

Consumo de drogas. Casi la totalidad de la muestra ha consumido drogas. En la actualidad siguen consumiendo más de la mitad.

Número de hermanos.Un elevado porcentaje de personas tenían más de cuatro hermanos.

Instrumento utilizado y su aplicación

El instrumento aplicado para evaluar a los ochenta y siete individuos que conforman la muestra fue la ‘Historia de Vida’. Se trata de una entrevista personal, estructurada y dirigida, de la cual se utiliza aquí únicamente el apartado que hace referencia al informe de conducta de consumo (Paíno, 1995). La aplicación se ha realizado de forma individualizada garantizando la confidencialidad a la persona que, voluntariamente, colaboraba en su realización. Para la aplicación de la entrevista se utilizaron despachos del Establecimiento Penitenciario de Villabona. La duración de la entrevista no tenía tiempo límite, dependía de cada persona. El entrevistador fue, en todos los casos, la misma persona.

Análisis estadístico

El análisis de los datos se abordó mediante el paquete estadístico SPSSWIN, versión 6.01. Los pasos seguidos son los siguientes:

En un primer momento, se han recodificado los valores de algunas variables para poder trabajar con ellas. Esta operación, por otra parte, nos ha hecho perder mucha información acerca de los comportamientos de los individuos en nuestra muestra. Es decir, las variables al ser recodificadas no recogen todos los datos obtenidos en la entrevista. Así, por ejemplo, no sería de igual gravedad reincidir en la conducta delictiva ocho veces que treinta y tres, o no tiene las mismas consecuencias iniciarse en el consumo de drogas a los nueve que a los dieciséis años de edad.

En segundo lugar, se han combinado o cruzado todas las variables del ámbito familiar con las variables criterio de la investigación para, de esta forma, obtener una información mucho más precisa acerca de la significación de las variables predictoras con las variables criterio.

Finalmente, después de realizar estas operaciones, es decir, una vez seleccionadas las variables significativas, hemos utilizado el procedimiento denominado chaid para comprobar en qué medida difieren los grupos con respecto a un criterio determinado basándose en las categorías del mejor predictor de la variable criterio y, al mismo tiempo, considerando el predictor que posea el valor de probabilidad más pequeño. Este proceso continua hasta que no se encuentra un predictor estadísticamente significativo. En consecuencia, el chaid permite optimizar el proceso de predicción de una variable criterio.

Variables estudiadas

Delito: tipo de conducta delictiva; Numcar: reincidencia de la conducta delictiva; Edadini: edad de primer contacto con la droga o edad de inicio en el consumo; Frecalle: frecuencia de consumo en la calle; Dropri: droga principal consumida; Droact: consumo de drogas en la actualidad; Condia: consumo diario (cantidad); Edadcm: edad de ingreso en centros de menores; Numherma: número de hermanos incluido el preso; Economía: nivel económico familiar.

Resultados

De acuerdo a los resultados obtenidos para la primera hipótesis (¿qué tipo de relación se da entre conductas de drogodependencia y delictivas?) podemos observar:

* Cuando el nº de hermanos (incluido el preso) es de más de 5, la relación entre ‘estancia en centros de menores’ y ‘edad de primer contacto con la droga’ es significativa (.04574). En consecuencia, el nº de hermanos -variable familiar- influye en la relación entre ambas variables (véase tabla 1).

* Cuando cambiamos la variable ‘estancia en centros de menores’ por ‘reincidencia’ sucede lo mismo. En este caso, la significación de la relación controlada por la variable ‘nº de hermanos’ en su valor 2 -más de 5- es mucho más elevada (.00005) (véase tabla 2).

* Finalmente, al cruzar la variable ‘reincidencia’ con ‘edad de primer contacto con la droga’ controlada por el ‘nivel de ingresos mensuales’ (economía familiar) en su valor 1 -bajos ingresos- la relación resulta significativa (.01055) (véase tabla 3).

Por otra parte, con respecto a la segunda hipótesis (¿cómo varía la conducta delictiva y su reincidencia en función de la edad de inicio en el consumo, la frecuencia, la cantidad y el tipo de droga consumida?) planteada:

A) En cuanto a la variable tipo de delito, el modelo resultante fue delito=edad de primer contacto con la droga, frecuencia de consumo en la calle y droga principal (véase figura 1). La interpretación posible de dicho modelo es: la variable delito se relaciona significativamente con la variable edad de primer contacto con la droga; dentro de esta última variable, el primer nivel se asocia con la variable frecuencia de consumo en la calle siendo de destacar que los individuos que iniciaron el consumo de drogas a edades tempranas consumían diariamente, y el segundo nivel aparece relacionado en la figura con la variable drogra principal observándose, en este caso, que la diferencia no es significativa. De una forma más concreta:

* Cuando la edad de inicio en el consumo de drogas es temprana (9-16 años) la conducta delictiva manifestada es aquella que atenta contra la propiedad. Por el contrario, los individuos presos acusados de delito contra la salud pública se inician en el consumo después de los 16 años (véase tabla 4).

* La frecuencia de consumo de estos individuos en la calle también marca diferencias entre las diferentes conductas delictivas. Aquellos que consumían diariamente atentan contra la propiedad; mientras que los que atentan contra la salud pública no consumen diariamente (véase tabla 5).

* El tipo de droga consumida sólo se relacionó con el segundo nivel de la variable edad de primer contacto con la droga. Sin embargo, las diferencias no son notables en ambos grupos -consumo de heroína, cocaína o ambas y consumo de otras sustancias-.

B) Los modelos obtenidos para dar respuesta al segundo planteamiento: reincidencia=frecuencia de consumo en la calle, consumo de drogas en la actualidad y consumo diario (véase figura 2) y reincidencia=edad de primer contacto con la droga (véase figura 3). La interpretación posible de estos modelos sería: con respecto al primer modelo, tendríamos que decir que la reincidencia se relacionó con la variable frecuencia de consumo en la calle, cuando ésta es diaria se relaciona, obviamente, con el consumo en la actualidad y, finalmente, el primer nivel de esta variable -no consumo- se asocia con la cantidad de droga que se consumía. En el segundo modelo, la variable más relevante resultó ser la edad de primer contacto con la droga, cuando este contacto se produce a una edad tardía las personas no suelen presentar en su historia legal antecedentes de intervención institucional -centros de menores-, y la drogra principal tiende a ser heroína, cocaína o ambas -aunque las diferencias no son significativas-. De una forma más explícita sería:

* En cuanto a la frecuencia de consumo, los individuos primarios (aquellos que sólo han entrado en prisión una o dos veces) no hay diferencias significativas. Por otra parte, el consumo es diario en los individuos reincidentes en un alto porcentaje, siendo de destacar que los multirreincidentes (entre 8 y 33 entradas en prisión) consumían diariamente todos.

* Referido a la cantidad de sustancia consumida, los multirreincidentes resultaron ser los que mantenían un consumo alto (más de un gramo de sustancia). El resto de los individuos que integraban la muestra tenían un consumo bajo-medio (entre un cuarto y un gramo). Esta variable sólo se relacionó con el primer nivel de la variable consumo de drogra en la actualidad, que hace referencia a aquellos individuos que en la actualidad no consumen que, por otra parte, son menos de la mitad de la muestra (véase tabla 6).

* Los individuos primarios empiezan a consumir a edades más tardías que los individuos reincidentes o multirreincidentes (véase tabla 7).

* La droga principal para los presos reincidentes o multirreincidentes es la heroína, la cocaína o ambas; mientras que, los primarios consumen otro tipo de drogas -cannabis, pastillas,...- (véase tabla 8).

* Finalmente, son los individuos reincidentes y multirreincidentes los que en mayor porcentaje mantienen el consumo de drogas en la actualidad y, por otra parte, los que también presentan antecedentes de intervención institucional en centros de menores (véase tabla 9).

 

Esta última hipótesis refleja la indudable relación entre el comportamiento delictivo y la drogodependencia. En la actualidad, ningún profesional duda de tal relación; sin embargo, la primera hipótesis comprobada nos indica la necesidad de realizar una reflexión sobre otras variables importantes (nº de hermanos y economía familiar) que inciden en dicha relación.

Discusión

Los objetivos planteados en este artículo eran comprobar la relación existente entre la conducta delictiva y la drogodependencia en una muestra de presos, y analizar en qué medida otras variables analizadas inciden en el tipo de conducta delictiva manifestada y en su reincidencia.

Los resultados obtenidos para comprobar qué tipo de relación se da entre ambas conductas apoyan las conclusiones generales encontradas por otros autores (Otero y Vega, 1993). En este sentido, se pudo evidenciar una relación positiva entre la conducta delictiva y la conducta de consumo de drogas. Además es necesario tener en cuenta, a la hora de realizar estudios de estas características, otras variables que pueden incidir en dicha relación. De esta manera, respecto a la primera variable criterio analizada (conducta delictiva) hemos comprobado que su relación con la conducta de drogodependencia no es del todo o nada; es decir, dicha relación va a estar mediada por otras variables, como son: variables relacionadas con el ámbito familiar y/o económico. Existen otras variables -nivel de estudios del preso, situación laboral anterior al ingreso en prisión, malos tratos en la familia, antecedentes de adicción del padre, antecedentes penales familiares- que también están incidiendo en la relación delincuencia-drogodependencia (Paíno, Rodríguez y Garrido, 1996); sin embargo, estas relaciones las hemos observado en el contexto en el que se dan, ya que el número de presos en cada categoría es muy desigual. Estas conductas -delincuencia y drogodependencia-, pues, parecen formar parte del mismo proceso.

Por lo tanto, afirmamos que la relación existente entre ambas conducta confirma la tercera hipótesis: no existe una relación causal entre ambos comportamientos (Collins, 1981; Elliot y Huizinga, 1984). Es decir, la no causación directa de una conducta sobre la otra (Farrow y French, 1986; Kandel, Simcha-Fagan y Davies, 1986; White, Johnson y Garrison, 1985). Por otra parte, otros autores afirman que dicha relación sería simplemente aleatoria, espúrea (Otero y Vega, 1993). De esta forma, nuestros resultados apoyan las afirmaciones de Farrow y French (1986), al señalar que ambas conductas forman parte de un mismo proceso donde intervienen otros factores extrínsecos que parecen dar cuenta de cada uno de los comportamientos analizados.

No obstante, no podemos dar la espalda a la evidencia negando que la drogodependencia contribuye a la criminalidad, pero de manera indirecta (Elzo et. all, 1992). En consecuencia, estamos de acuerdo en defender que la delincuencia, en algunas ocasiones, tendría un carácter funcional (Diéguez, 1994).

En cuanto a la conducta delictiva, los resultados a los que se han llegado señalan que aquellas personas que han manifestado una conducta delictiva contra la propiedad se caracterizan por: Edad de inicio de consumo temprana (9-16 años); Frecuencia de consumo en la calle diario; Cantidad de droga consumida (no existen diferencias significativas) y Tipo de droga consumida (heroína, cocaína o ambas).

Mientras que cuando la conducta delictiva es contra la salud pública, las características con respecto a las variables predictoras analizadas son: Edad de inicio de consumo tardía (17-35 años); Frecuencia de consumo en la calle no diario; Cantidad de droga consumida (bajo-medio) y Tipo de droga consumida (heroína, cocaína o ambas).

Finalmente, respecto a la variable reincidencia y teniendo en cuenta los tres niveles considerados(Paíno, 1995):

1) Individuos primarios (con 1 ó 2 entradas en prisión): Edad de inicio de consumo tardía (17-35 años); Frecuencia de consumo en la calle (no hay diferencias significativas); Cantidad de droga consumida ( bajo-medio) y Tipo de droga consumida (heroína, cocaína o ambas).

2) Individuos reincidentes (con 3-7 entradas en prisión): Edad de inicio de consumo temprana (9-16 años); Frecuencia de consumo en la calle diario; Cantidad de droga consumida ( no hay diferencias significativas) y Tipo de droga consumida (heroína, cocaína o ambas).

3) Individuos multirreincidentes (con 8-33 entradas en prisión): Edad de inicio de consumo temprana (9-16 años); Frecuencia de consumo en la calle diario; Cantidad de droga consumida alta y Tipo de droga consumida ( heroína, cocaína o ambas).

Por otra parte, las variables predictoras con mayor peso resultaron ser:

* ‘Edadini’ (edad de inicio en el consumo de drogas) para los modelos 1 y 3 (véanse figuras 1 y 3) y

* ‘Frecalle’ (frecuencia de consumo en la calle) para el modelo 2 (véase figura 2).

Los resultados indican, a su vez, lo siguiente: Tanto para la variable criterio ‘delito’ como para ‘número de ingresos en prisión’ la variable predictora más importante fue la variable ‘edad de inicio en el consumo de drogas’ seguida de ‘frecuencia de consumo en la calle’. En resumen, pues, la variable ‘edad de inicio en el consumo de drogas’ resultó ser -en nuestro estudio- la de mayor poder predictivo con respecto a las variables criterio analizadas -delito y número de ingresos en prisión-; es decir, cuando la edad de inicio en el consumo de drogas se da entre los nueve y los dieciséis años, la edad de ingreso en prisión suele ser también relativamente temprana (entre los dieciséis y los veinte años), la conducta delictiva representativa será contra la propiedad y, finalmente, suelen ser individuos mayoritariamente reincidentes o multirreincidentes.

Finalmente, la otra variable predictora relevante para el tipo de delito fue ‘frecuencia de consumo en la calle’, siendo ésta diaria en aquellos individuos que atentaron contra la propiedad y, a su vez, reincidentes y multirreincidentes. Probablemente, la consecuencia que se puede extraer de estas últimas líneas es que una vez que la frecuencia de consumo es diaria, la necesidad aumenta y, por ello, podemos considerar la delincuencia como un comportamiento funcional (Diéguez, 1994; Elzo et. all, 1992); es decir, se manifiesta la acción delictiva en orden a conseguir la droga que consume el individuo, de tal forma que éste se encuentra en un proceso sin retorno y aparece la reincidencia.

En consecuencia, para explicar la relación conducta delictiva/ conducta drogodependiente no podemos aislarla de otros conjunto de variables fundamentales para entender la lógica de la misma.

Conclusiones e implicaciones

En primer lugar, no podemos determinar exactamente cuál es el sentido de esa relación que nos ocupa. Ello, por otra parte, obedece a la existencia de variables mediadoras (familiares, educativas, de salud,...) que inciden en la relación. Con todo, lo que los resultados indican es que existe relación entre los comportamientos estudiados y, además, tal relación no es tan sencilla como delincuencia causa drogodependencia o drogodependencia causa delincuencia, sino que existen otros factores de los cuales no podemos prescindir a la hora de dar una respuesta.

Por otra parte, el hecho de haber ingresado en un centro de menores antes de los dieciséis años de edad implica que la edad de inicio en el consumo de drogas se adelanta. Sin embargo, esta relación no es estadísticamente significativa. No obstante, los individuos que ingresan en prisión entre los dieciséis y los veinte años se inician en el consumo de drogas entre los nueve y los dieciséis años. En consecuencia, se puede comprobar que se consume antes de ingresar en prisión.

En segundo lugar, podemos concluir, que la edad de inicio en el consumo de drogas es anterior a la edad de entrada en prisión y, por tanto, en una primera instancia la drogodependencia sería la causa de la conducta delictiva. Sin embargo, no sabemos si la persona, antes de iniciarse en el consumo de drogas, ha manifestado algún comportamiento inadaptado o delictivo puesto que por su edad (edad no penal) no ha podido ingresar en ningún centro institucional. Es posible, por otro lado, que según aumente el grado de dependencia hacia la sustancia consumida se vaya fortaleciendo la primera hipótesis; es decir, la hipótesis de la necesidad económica (McBride y McCoy, 1981): el individuo delinque para obtener la droga (la delincuencia, en este caso, tendría un carácter funcional al aumentar la necesidad de consumo de drogas). No obstante, nuestros resultados únicamente sostienen aquella que introduce en la relación de ambas conductas otras variables de los diferentes ámbitos del proceso de socialización de la persona (familiar, escolar,...). Otras investigaciones también se encuentran en esta línea (véase Otero y Vega, 1993).

Por último, dependiendo de la conducta delictiva manifestada (conducta delictiva contra la propiedad o contra la salud pública) y de su reincidencia (primarios, reincidentes o multirreincidentes), las variables analizadas dentro del ámbito de la drogodependencia serán de mayor o menor gravedad.

Agradecimientos

Ampliación de la ponencia presentada en el Congreso Nacional de Socidrogalcol. Oviedo, 1996.

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Aceptado el 6 de mayo de 1997

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